Yesenia trabajaba como enfermera y jefa de emergencias en un hospital de primer nivel en Mazatlán, Sinaloa, pero a los 22 años descubrió que su verdadero amor estaba en las alturas, a miles de metros sobre el nivel del mar, donde fue sobrecargo en varias aerolíneas durante más de 14 años.
“No sabía lo que era ser sobrecargo, nunca había viajado en avión, no tenía ningún tipo de experiencia. La vida me llevó ahí y fue maravilloso, además mi formación como enfermera me ayudó mucho, pude ayudar a varios pasajeros que tuvieron algún problema de salud y emergencias durante el vuelo”.
La aeronáutica llegó de repente a la vida de Yesenia Guadalupe Nava Ruíz. Encontró, casi por accidente, un anuncio en el periódico en el que buscaban agentes de ventas. Envió su currículum y fue seleccionada, pero para sobrecargo. Ahí comenzó la aventura, de hecho esa fue la primera vez que voló en un avión.
En aquel tiempo los requerimientos para convertirse en sobrecargo no eran tan estrictos. Sin embargo, Yesenia estaba sobrecalificada, pues además de su formación como enfermera, estudiaba una licenciatura en economía y contaba con un nivel básico de inglés.
“Mi papá entró un poquito en shock porque yo tenía un título profesional por el cual había trabajado muchos años, y también tenía un año de servicio social, estaba en el cuarto semestre de la licenciatura en Economía. Cuando les di la noticia tal vez no fue muy agradable para ellos, pero sabían que tendría un estilo de vida diferente, que tenía la posibilidad de viajar a varios lugares, un mejor sueldo”, cuenta.
Yesenia, al igual que las demás aspirantes, debía contar con una estatura y un peso específico y no tener más de 23 años de edad. No únicamente por cuestiones de estética, sino porque la salud física es elemental para auxiliar a cientos de pasajeros con los que trabajarían día a día.
Al respecto, enfatiza en la importante labor de las sobrecargos, pues erróneamente se piensa que sólo se trata de lucir impecables y tratar con calidez a los pasajeros, cuando en realidad la responsabilidad es mucho más grande, casi abrumadora.
“Es una preparación bastante amplia, con el tiempo se ha reforzado aún más la formación de los sobrecargos, ahora sabemos que sí pasan accidentes y que sí era necesario que estemos capacitados para todo.
“En ese momento yo tuve que aprender aerodinámica, meteorología, primeros auxilios, procedimientos de emergencia, requerimientos técnicos del avión, entre otras; cada avión es tu oficina, debes conocerlo perfectamente, saber qué es presurización, qué hacer si hay fuego, humo o si una persona se enferma, todo eso tenemos que saberlo”, explicó.
Detalló que el capitán no puede salir de la cabina, y “él y los pasajeros confían en que nosotros como sobrecargos podemos resolver cualquier tipo de emergencia o complicación, es mucha responsabilidad, estamos capacitados para atender un parto, cualquier tipo de emergencia”.
Recordó que si excedías el peso establecido te daban de baja un mes, pues “eran muy estrictos con eso, la imagen es sumamente importante, sin embargo, para tener licencia de sobrecargo se requiere cierta aptitud física y de salud, toman en cuenta el peso, la talla, te toman análisis de sangre, radiografías, porque tener sobrepeso va de la mano con muchas enfermedades degenerativas, entonces la imagen si es muy importante, pero no es lo principal, debes ser una persona saludable y fuerte”.
Yesenia es líder de Capacitación de Sobrecargos en la Universidad Aeronáutica de Querétaro (UNAQ), donde prepara a los jóvenes que quieren convertirse en auxiliares de vuelo.
Recuerda con orgullo y emoción los ajetreados días en los que recorría el mundo debido a su trabajo, pues desayunaba en México y ese mismo día cenaba en Nueva York.
Reconoce que ser sobrecargo es un estilo de vida atractivo que te permite vivir con ciertos privilegios, aunque también advierte que para convertirse en auxiliar de vuelo se requiere un innato amor por las alturas, disciplina y un fuerte control del estrés.
En su experiencia, Yesenia percibe que la labor de los sobrecargos aún es desconocida, incluso por los aspirantes a convertirse en auxiliares de vuelo, pues la mayoría de sus alumnos se sorprenden al enterarse de todo lo que deben aprender en el curso.
“La posibilidad de conocer varias partes del mundo creo que es de lo más atractivo para los aspirantes a sobrecargo, y sí percibo esa sorpresa cuando iniciamos el curso, porque se dan cuenta de que deben aprender muchísimas cosas, más de lo que ellos esperaban, afortunadamente la gran mayoría sigue adelante con el curso. Generalmente llegan con una idea muy básica de lo que es un sobrecargo y después de este curso cambia su visión”.
A pesar de esto, la deserción entre los estudiante en el curso de la UNAQ es mínima, apenas llega a 5%; sin embargo, la deserción de sobrecargos en las aerolíneas es casi de 15%, debido a que no logran adaptarse a este nuevo estilo de vida, que implica horarios distintos en cada jornada.
Con 22 años de trayectoria, primero como sobrecargo y actualmente como líder de capacitación, Yesenia considera que la labor de los sobrecargos se valora cada día más.
Aunque todavía es un área ocupada principalmente por mujeres (70% mujeres y 30% hombres), las políticas de las aerolíneas están cambiando, pues muchas han dejado de lado la edad máxima, para priorizar la preparación profesional.
“Se ha profesionalizado nuestro trabajo, antes muchas personas pensaban que sólo éramos edecanes en el avión, ahora se sabe la importancia y la responsabilidad que tenemos, que sabemos primeros auxilios, cómo reaccionar ante ciertas situaciones, se ha avanzado bastante, ahora sabemos que no es correcto decir aeromozas o azafatas, somos sobrecargos. Tenemos muchos avances, aunque aún nos queda mucho”, consideró. Agregó que ahora las aerolíneas buscan más profesionalización.