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Con dos años y dos meses trabajando en el Consejo de Ciencia y Tecnología del estado de Querétaro (Concyteq), Lucio Navarro, hombre transgénero, fue despedido.
El argumento de sus empleadores, relata, “mi orientación sexual, y haber ingresado una queja interna”, tras ser víctima de actos homofóbicos.
Desde Plaza de Armas, frente a Palacio de Gobierno, relata los antecedentes que derivaron en que haya interpuesto una denuncia por despido injustificado y una queja por discriminación ante la Defensoría de los Derechos Humanos de Querétaro (DDHQ), en contra del Concyteq, que dirige actualmente Enrique Rabell García.
Recuerda que en enero de 2020 comenzó a laborar en esta institución estatal, primero como trabajador por honorarios y posteriormente de base.
“Básicamente tenía a mi cargo la coordinación de un programa que se llamaba Ciencia y Tecnología Para Niños. Mi oficina estaba en Pedro Escobedo, en San Fandila, y me parecía muy interesante porque desarrollamos contenido muy valioso para las escuelas, actualizamos, reeditamos, hicimos inventarios, un montón de cosas, específicamente como para reaccionar a la situación que generó la pandemia”, relata.
Él relata que es comunicólogo —con una maestría en Gestión Literaria—, y al hablar de su profesión refiere que está muy orgulloso del trabajo que desempeñaba; sin embargo, señala, con el cambio de administración estatal, que implicó el relevo en la dirección del consejo, las cosas cambiaron e incluso se desechó un programa en el que trabajó como una herramienta educativa.
“Se desechó el programa para el que yo trabajaba, se despidió a la mayoría de las personas que tenía a mi cargo, se me asignó de manera extraoficial una coordinación de comunicación social, me cambié al Museo [de Ciencia y Tecnología] del Péndulo de Foucault y ahí empezó el ambiente de trabajo tóxico, hostil. Empecé a tener un malestar emocional porque no sabía a qué se debía el maltrato, la obstaculización de mi trabajo. Me empecé a dedicar únicamente a llevar las redes sociales, específicamente la imagen del director”.
Entonces, describe Lucio, su trabajo ya no era tan estimulante como antes, cuando estaba en contacto con las escuelas, con personal educativo y en donde ponía en práctica la teoría educativa; además del cambio de responsabilidades, cambió su entorno laboral, pues refiere que ya no contaba con equipo de trabajo ni recursos para desempeñarlo.
“Coincide con que una de mis compañeras, (…) que estaba bajo la jefatura del museo, me dice que la están tratando mal en el trabajo, que la ignoran, que le ocultan información y que piensa que es a raíz de que ella me defendió, después de que se hicieron comentarios homofóbicos en el chat oficial del equipo de trabajo del Museo del Péndulo, por una persona que no era parte de mi equipo”.
Ante estos hechos su compañera de trabajo, quien también se identifica como parte de la comunidad LGBTI+, interpuso una queja por escrito ante la dirección del Concyteq, y el mismo día, comenta Lucio, su compañera fue despedida.
“Me comentó la situación, solicité una junta con el director para plantearle, entre otras cosas, mi preocupación por ese manejo de la información, me sentía un poco culpable de que hayan despedido a esta chica. Y pues en esa reunión salí muy decepcionado, escuché más comentarios homofóbicos de boca del director (…) y bueno, a pesar de eso yo seguí trabajando como si nada, con mis actividades”.
Después de estos hechos fue abordado por el Órgano de Control Interno y por abogadas de su trabajo; sin embargo, señala que el conflicto fue demeritado y cuestionaron que aquellos comentarios del chat no hayan ocurrido en celulares propiedad del Concyteq.
“[Fueron] en una actitud bastante hostil, como predispuestas a que los iba a demandar, en ese momento expresé que no tenía intención de demandarlos, que estaba muy a gusto en mi trabajo, que quería que mínimo se me ofreciera una disculpa simple, para poder seguir colaborando con la jefatura del museo, pero en vez de eso, otra vez se cuestionó, se demeritó el asunto”, nos cuenta.
Refiere que incluso cuestionaron la identidad de género, tanto suya, como la de su excompañera de trabajo. “Dijeron ‘pues tampoco podemos estar seguros de que tú seas [de la comunidad LGBTI+] o cualquiera nos va a poder denunciar por discriminación’, así como negando nuestra identidad”, relata Lucio.
Recuerda que en aquel momento le propusieron desarrollar e impartir un programa relacionado con el manejo de conceptos de identidad de género, debido a que él cuenta con un diplomado en políticas pública y género, “pero se me hizo ridículo, de por sí estaba cubriendo el puesto de varias personas, de un departamento completo de comunicación social, sin equipo y yo solo, y todavía querían que implementara algo y les enseñara la diferencia de qué es un insulto homofóbico y qué no”.
Por lo tanto, interpuso una queja por escrito con copia para la DDHQ. El 14 de marzo, “me dicen que por orden directa de la Secretaría de Educación solicitan mi plaza y que esto es a causa de mi orientación sexual y a partir del escrito que metí”.
Entonces, relata que su caso se turnó ante el Tribunal de Conciliación y Arbitraje, donde le ofrecieron un cheque a cambio de llegar a un acuerdo, acto que no aceptó, al referir que no habría justificación para su despido.
“Cumplí con mis obligaciones laborales al pie de la letra por dos años 2 meses, nunca falté ni un sólo día, portaba el uniforme y sobre todo dejé muy en claro que comulgaba con los valores de la educación, el tema me ha llegado a apasionar bastante y bueno, fue muy raro que haya ocurrido así, no sabía cuál era realmente su justificación para despedirme”.
Nos cuenta que todo este proceso ha derivado en una serie de conflictos e inconsistencias que ha referido en los oficios de su queja ante la DDHQ y que ahora son parte del proceso laboral que sigue su curso y cuya audiencia está programada para el 8 de agosto.
“Confío mucho en las pruebas que hay y que de alguna manera mis abogados puedan ayudarme a hacer justicia, (…) pero que también se establezcan los protocolos adecuados para la protección de los trabajadores que forman parte de la comunidad LGBTI+, de las mujeres, mujeres embarazadas, las personas discapacitadas, que puedan desarrollarse profesionalmente en cualquier institución pública, creo que también deben revisarse los perfiles que están actualmente administrando los recursos educativos”.