El litro de aceite comestible ha llegado a los 51 pesos, en ese precio lo adquirió Ema, quien muestra su asombro ante el encarecimiento de un insumo básico para su hogar.

Los precios de los productos alimenticios “han subido hasta  los cielos, ya pasaron hasta las nubes”, señala la mujer de 79 años, quien realiza sus compras en el mercado General Mariano Escobedo, en la capital del estado.

El aceite, el arroz y el jabón  están entre los artículos cuyo precio más han sorprendido al bolsillo de Ema.

“El aceite que está en 51 pesos el litro. El arroz también anda caro, el jabón. (…) [El salario] ni sube ni baja, a ver, ¿cómo se mantiene la gente?”, cuestiona tras enlistar algunos de los artículos más encarecidos de la canasta básica.

Mientras toma un descanso en una banca, en el acceso principal del mercado, comparte que cuando los precios de ciertos productos se elevan considerablemente opta  por hacer una compra selectiva de artículos que aporten volumen a sus comidas, pero que tienen precios más accesibles.

Entonces, Ema prefiere llevar una dieta basada en verduras y en agua pura o de sabor, también como una medida para mantener estable su peso.

“[Cuando se elevan los precios compro] sopa de fideo, un espagueti, una mantequilla para hacerme una pasta de vez en cuando. Carne no porque ya los dientes no me ayudan, pero llevo nopales, los pongo a cocer, los guiso con poquito aceite, me hago unas verduras sancochadas y luego las pongo a freír con tantita mantequilla, y tomo pura agua”, explica la señora. 

Aunque es evidente el impacto de la inflación en los productos de la canasta alimenticia, Ema refiere que recibir la pensión que otorga el gobierno federal le ha permitido sortear el alza en precios.

Los apoyos que recibe, comenta, le permiten cubrir sus gatos, pero únicamente los de una persona; no así, cuando de ese ingreso dependen más familiares.

“Yo no sufro mucho, por lo del apoyo que da [el presidente  Andrés Manuel López] Obrador, a parte nos da despensa, entonces uno ya compra otras cosas, porque no dan azúcar, jabón, tortillas, entonces con eso alcanza para una sola [persona]; pero hay muchas abuelitas que mantienen al nieto, al bisnieto, al no sé quién más… Y son muy aprovechados los hijos… somos, ya hemos sido: yo me acuerdo porque ya tengo 79 años”, expresa.

Para hacer sus compras gusta de acudir el mercado Escobedo; aunque reconoce que es cansado, pues tiene la costumbre de caminar desde el Barrio del Tepetate hasta el céntrico mercado, de ida y vuelta; es por este motivo que en el trayecto va tomando descansos, donde encuentre un espacio disponible para sentarse por un momento.

“Ahorita me mantengo sola. Nada más me duelen los pies cuando camino mucho, como soy de aquí del Tepe, camino, pero voy descansando; allá [al Tepetate] voy a comerme algo barato y que no me suba de peso, unos nopales, unos quelites, un agua, crema de coco para un agua, esa es mi vida”.

Irene Rivera tiene 63 años, también acostumbra hacer sus compras en el mercado Escobedo; comenta que los precios de los productos están cada vez más caros, pero, refiere,  su salario se mantiene estático, no avanza ni siquiera al ritmo de la inflación.

“Cada vez es más caro, en vez de que bajen [los precios], no baja nada, para nada. [Opto por]  comprar lo más indispensable, porque sino se pone uno a gastar en cosas que no utilizamos, está canijo, entonces lo más indispensable compro”, dice. 

Ante el encarecimiento de los alimentos, decide comprar los que son indispensables para su alacena: “Azúcar, arroz, sopa, huevo, frijol, papas, café, aceite y ya, porque está canijo”.

Irene señala que hay precios que, incluso, espantan, como el del limón,  que en algunas semanas llegó hasta 90 pesos; pero al menos, precisa, el jitomate bajó su precio, el kilogramo puede encontrarse por debajo de los 20 pesos.

Ella es trabajadora doméstica y su salario diario no aumenta conforme al incremento de la canasta básica

“No pues no [aumenta el  ingreso], está difícil ahorita ya la situación; por ejemplo, a los que les ayuda el gobierno les va más o menos, pero yo todavía no tengo ninguna ayuda y es más complicado. Con que una coma sopa, frijoles, tortillas, ya con eso”, cuenta. 

Los ingresos se quedan estoicos frente al costo de los alimentos, en especial de aquellos que lejos de bajar su precio incrementa. Entonces, señala Irene, no queda más que estirar el dinero y adquirir artículos básicos.

“No me pagan muy bien que digamos, pero ya que digan que me ocupo, a una ya grande no muy fácil la ocupan. (…) Pues más o menos ahí va uno pasándola, hay que estirar el dinero, porque está canijo, ya con que uno tenga lo más básico”. 

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