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Los mensajes son contundentes. Tienen destino, nombre y apellido de los acosadores, los abusadores que aprovechan su autoridad en la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ). Un día después del 8M las denuncias en los tendederos, en los pasillos de la casa de estudios permanecen para quienes quieran leer o denunciar abusos.
A un costado de la Facultad de Psicología, las alumnas, colectivos, víctimas, hacen escuchar su voz, aunque no estén presentes, para que la comunidad universitaria conozca sus historias, a sus abusadores o acosadores.
Los mencionan por nombre y apellido, describen los abusos, los acusan, hacen visibles los crímenes que no se conocen, que se esconden en las aulas, detrás de la imagen de autoridad de un maestro, de un administrativo que aprovecha su posición de autoridad, de poder, para abusar con total impunidad.
Las denuncias son anónimas, por seguridad de las mujeres que acusan. Los nombres de agresores, no. Los mencionan. En algunos casos dicen en qué escuela o facultad laboran.
En la instalación de protesta hay un block de hojas blancas junto con una pluma, para aquellas mujeres que han sido víctimas de acoso y no lo han denunciado públicamente por temor, por vergüenza o por “el qué dirán”.
La prepa Bicentenario, es una de las escuelas que se mencionan en las denuncias. Se nombran a personajes de la comunidad. Una decena de acusaciones en el tendedero dan muestra de lo que viven. Una de las hojas señala a la rectora, Teresa García Gasca, de saber qué pasa en la universidad.
Un joven se acerca a ver qué dicen los papeles dejados entre un árbol y un barandal. “No tenía idea de cuántas denuncias de acoso. No sabía que hubiera tanto acoso dentro de la universidad”, dice sorprendido, al tiempo que revela que a algunos de los hombres mencionados los conoce.
En otro árbol hay una cartulina multicolor con post-it de colores con frases de aliento, de sororidad. “No fue tu culpa”, “Vales mucho”, “Naciste completa”, “Eres hermosa”, dicen algunos de los mensajes. La cartulina invita a tomar uno si las mujeres lo necesitan. Son las evidencias de las actividades del 8M que permanecen durante el 9M y que aunque se quiten de los muros, de los postes, el acoso, abuso, hostigamiento seguirán.
Hay poco movimiento en el campus. Las clases no son 100% presenciales, aún. Apenas se ven algunos trabajadores administrativos o docentes que acuden a algún encargo o encomienda. Algunas cartulinas de las usadas un día antes de la marcha por el Día Internacional de la Mujer están ahora en los botes para la basura. Pero las denuncias están ahí, en el tendedero.
La rectora, Teresa García Gasca, responde a través de las redes sociales. Hace énfasis que antes de ser funcionaria universitaria, es mujer y ha vivido violencia, por lo cual no encubrirá a los violentadores.
“Los encubren quienes no denuncian. Los señalamientos en redes o tendederos no son denuncias, no nos permiten actuar. A nadie se le inventan o borran faltas, toda sanción está sustentada. Pueden constatarlo en las instancias correspondientes.
“Si queremos un cambio real, actuemos con responsabilidad, no detrás de perfiles de redes sociales, muchos sin nombre y apellido. Si van a acusar, tengan plena evidencia y preséntenla pues es falta grave difamar”, se lee en su publicación.
García Gasca agrega que: “si tienen pruebas de omisión o encubrimiento de mi parte, preséntenlas formalmente. Dejen de esconderse detrás de su perfil de Facebook. Ya saben dónde encontrarme. El cambio que queremos exige de nuestra responsabilidad”.
A la rectora, desde un muro de Facebook, en una publicación firmada por las Mujeres del Team, la cuestionan por participar en la marcha del 8M, cuando, señalan, ha sido omisa en los casos de violencia de género en la universidad.
“Quisiéramos posicionarnos en contra de las manifestaciones realizadas por la rectora, sabemos lo que ha hecho y la forma en la que ha violentado a tantas compañeras; a las que les sembró denuncias por protestar, a las que amenazó de expulsión por hablar de la violencia que generaron personajes que hoy son coordinadores, a las que criticó por su sistema de creencias, a las que les quitó horas laborales, a las trabajadoras acosadas por el abogado general que corrió, a la que le dijo que no podía hacer nada porque su asunto era del 2017, aunque se reportó en 2018, a las que les mintió, manipuló y demás.
“Reprobamos que hoy se ponga la playera morada cuando en todo el año no se hizo nada en contra de encubridores, acosadores y abusadores, personajes a quienes a pesar de denuncias hoy los tiene en altos cargos”, señalan las activistas.
Agregan que esperan que la rectora ponga manos a la obra y el cambio sea real y “deje de ser simples imágenes, fotografías o frases”.
Los andadores y pasillos de la UAQ lucen vacíos el 9M. Pero las denuncias siguen ahí. Los relatos, las acusaciones permanecen en los tendederos y en las memorias de las mujeres.
A lo largo de todo el campus hay mensajes de solidaridad, pero también de denuncia, de molestia, de rabia, de temor. Están en espera de una respuesta.
Dos personas pasan por el tendedero. Alcanzan a decir, luego de leer un par de denuncias de acosadores, que ellas sí creen en esas denuncias. “Nosotros les creemos”.