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El trabajo de Jonathan Sigala Blancas, sastre desde hace 13 años, bajó un 90% desde que inició la contingencia sanitaria por Covid-19. Acostumbraba laborar en su taller pero la complicada situación económica lo obligó a cerrar su negocio.
Por estas razones tuvo que reinventar su oficio y, para no perder de vista a sus clientes, se convirtió en un sastre a domicilio.
“Yo voy a los domicilios de mis clientes, ahí tomo medidas, hago reparaciones, incluso diseños, llevo muestras de telas. Todo lo que anteriormente hacía en mi taller, ahora lo hago de esta forma. Gracias a esta nueva forma de trabajar es que he podido salir adelante en estos días tan difíciles”.
Sastrería: oficio aún vigente
Jonathan no sólo se dedica a hacer reparaciones a prendas de vestir, también es diseñador y realiza trabajos de sastrería.
Ha diseñado y realizado, desde cero, vestidos de novia y trajes completos para caballero, a lo largo de los años ha ganado la confianza de sus clientes, mismos que lo han seguido en las distintas direcciones donde ha instalado su taller.
Con orgullo cuenta que la sastrería es un oficio que aún es muy solicitado por sus clientes, quienes prefieren acudir a alguien de confianza para reparar su ropa o para crear un atuendo nuevo.
“Aún existe la cultura de tener un sastre de cabecera, a mis clientes les gusta vestir bien y me buscan mucho, la mayoría buscan ajustes de cualquier prenda, desde un traje de baño hasta un vestido de novia. Yo, además de remendar, confecciono, diseño... todo”
Sin embargo, con la contingencia sanitaria por covid-19, los trabajos solicitados por sus clientes han disminuido drásticamente; Jonathan calcula que su trabajo ha disminuido un 90% durante los últimos meses.
Para sobrellevar la difícil situación, Jonathan tuvo que reinventarse y cambiar la forma en la que hasta ahora realizaba su trabajo; así fue como desde hace varios meses comenzó a realizar los trabajos de sastrería en el domicilio particular de cada uno de sus clientes.
“Yo tenía mi taller, pero con esto de la contingencia nos pidieron la casa; pagar la renta era muy costoso, decidí entregar la casa y comenzar a trabajar a domicilio, ahora ya me dedico a ir a la casa de mis clientes o a sus oficinas, depende de donde ellos estén, tengo un pequeño taller en mi casa, aún sigo adaptándome”, admite.
Jonathan detalla que “desde que empezó todo el tema del coronavirus mi trabajo bajó un 90%, bajó muchísimo porque todas las fiestas se suspendieron, tengo vestidos que no he podido entregar desde esas fechas, los clientes recogen las prendas después de 5 meses porque pues todos los eventos que tenían planeados ya no se realizaron”.
Adicional a su trabajo como sastre a domicilio, Jonathan también comenzó a elaborar cubrebocas de tres capas.
En un inicio comenzó con dicha actividad como petición de una de sus clientas, sin embargo, con el tiempo se convirtió en una actividad secundaria a la que ya no pudo abandonar.
“Esto de los cubrebocas yo no lo había contemplado, pero una de mis clientas me dijo que necesitaba unos cubrebocas para su empresa y comencé a investigar cuál era la mejor forma de hacerlos, lo subí a Facebook y poco a poco se han ido vendiendo, esto es algo de todos los días”, recuerda.
Jonathan jamás imaginó que se convertiría en sastre, pero también reconoce que desde que era niño, la sastrería era un oficio muy comúnmente solicitado por su madre; tal vez ahí surgió el amor por el diseño y la costura.
“Cuando era adolescente yo veía que mi mamá y mis hermanas tenían mucho contacto con sastres, mandaban hacer vestidos y demás y siempre tenían problemas con eso, nunca les entregaban lo que ellas realmente pedían, y en ese momento yo pensaba ‘si yo supiera hacer ese trabajo haría las cosas muy bien’, nunca pensé que iba a dedicarme a esto”, admite.
Ya en la universidad estudió Industria del Vestido; después de graduarse colaboró en varios desfiles de moda, pero finalmente decidió que quería administrar su propio taller.
Apoyar pequeñas empresas
Aunque la situación ha complicado su oficio como sastre, Jonathan no piensa abandonar su trabajo. Pide a los ciudadanos apoyar, en la medida de lo posible, a todas las empresas locales.
“La contingencia ha afectado a todos los oficios, yo incluso me siento afortunado porque he podido seguir trabajando, adaptarme, buscar nuevas formas de seguir con mis clientes, pero hay muchos negocios que no han tenido tanta suerte”, revela.
“Realmente los pequeños negocios como en el caso de mi taller de sastrería, somos los que nos hemos visto más afectados con toda esta crisis [sanitaria], a las personas les diría que, si tienen oportunidad, apoyen a las pequeñas empresas, a los negocios locales, porque además si comenzamos a consumir lo propio o a contratar servicios en empresas locales todo eso ayuda a que los negocios no cierren y también la economía comienza a circular”, comenta.