Cada vez que se abre el bote sale un nube de vapor con olor a tamales calientitos. Los vasos de atole son servidos, mientras los puestos del tianguis navideño que se instalan en uno de los estacionamientos del mercado de La Cruz comienzan a recibir a los queretanos que buscan llenar su almas con las tradiciones y espíritu navideño sus casas.
Ahí pueden encontrar árboles naturales, artificiales, esferas, nacimientos, series de luces, entre otros muchos objetos.
Algunas son tradicionales, hasta aparatos de proyección de luces e imágenes que proyectan en las paredes.
Los comerciantes se apresuran a quitar los plásticos que colocan durante la noche para proteger sus productos. Los acomodan abajo y echan un ojo a los productos. Los acomodan, les dan una limpiadita, y se preparan para recibir a los clientes.
El otro estacionamiento del mercado comienza a llenarse de vehículos. A los recién llegados los “viene, viene” les ofrecen lavarles el coche mientras acuden a hacer sus comprar. A quienes no aceptan, sólo les dicen que ahí les “echarán un ojo”.
Las calles alrededor del mercado viven días muy activos. Las familias no sólo aprovechan para las compras de adornos navideñas. Muchas van sin tantas aglomeraciones para comprar ingredientes de la cena navideña.
Afuera, en el estacionamiento esperan los árboles de navidad. Los hay naturales y artificiales. Los naturales tienen precios que van de los 280 a los mil pesos cuando son de gran tamaño. Unos fueron cortados y hay también con raíz, para que terminada la temporada navideña puedan ser sembrados en algún lugar del patio de la casa o un espacio público.
Por los pasillos se puede ver a los vendedores que, árbol al hombro, siguen a los clientes que adquieren sus piezas. En las inmediaciones ya esperan los automóviles, en cuyos toldos son acomodados.
Los árboles artificiales varían en precio dependiendo del tamaño.
Los clientes regresan al tianguis. Ya llevan el árbol, falta con qué decorarlo. Buscan entre los puestos de esferas que ofrecen gran variedad de colores, diseños y tamaños. La mayoría de la mercancía es nacional, proveniente de Michoacán y el Estado de México. Es raro encontrar, entre estos productos alguno que venga de China. Se ofrecen por docena. El precio de la misma es de 90 pesos, en promedio.
Los clientes compran al menos dos docenas con diferentes diseños, para dar más vistosidad al árbol que será en centro de las casas en estos días.
Falta, por supuesto, la serie de luces. Las hay también de diferentes estilos. Muchas son de luces led, “más económicas”, dicen los vendedores. Al menos más económicas, sí, en consumo de energía, aunque en el precio pueden costar hasta 500 pesos, dependiendo del número de las luces.
No puede faltar en los hogares el tradicional nacimiento. En estos productos hay una gran variedad. Hay desde las típicas figuras hechas de barro, en las cuales no puede faltar el pastor cargando en los hombros un borrego, pasando por el que lleva un cayado, o está junto a un pozo de agua.
Existen también otros hechos con materiales distintos y cuyos detalles son dignos de admirarse. Estos nacimientos completos, con todas las piezas, pueden llegar a tener un valor de 2 mil 500 pesos.
El surtido es amplio. Hay para todos los bolsillos y los gustos. No pueden faltar los tradicionales pesebres de madera y paja, con una representación más mexicana del nacimiento, hasta las que buscan ser más realistas, con viviendas al estilo del Medio Oriente, como debieron de ser hace más de 2 mil años. El heno y el musgo siguen siendo parte fundamental de los nacimientos y también se encuentran en los puestos.
Pese al surtido amplio que se puede encontrar, las figuras clásicas de los nacimientos, las hechas de barro, siguen siendo las preferidas.
Los adornos tradicionales, como las coronas de nochebuenas, tiras de escarchas y coronas de adviento nunca pasan de moda y son buscadas por los compradores.
Luego de surtir todo lo necesario, nada como pasar a almorzar a alguno de los locales del mercado.
El olor de la barbacoa, el menudo, las gorditas y los tacos de guisado, son una invitación difícil de ignorar. También se aprovecha para hacer las compras de día.
Al final, los compradores deben de hacerse de paciencia para salir de la zona del mercado, debido a la cantidad de automóviles que circulan por la zona. Algunos se estacionan en doble fila, o esperan en sus autos a sus acompañantes que hacen algunas compras de última hora.
Los más afortunados salen a pie. Son vecinos del barrio y hacen sus compras sin la necesidad de salir en auto.
Para los demás el tiempo de salida puede llevar entre 20 y 30 minutos, dependiendo de la rapidez con la que salgan los demás compradores.
Pese a ello, acudir al tradicional tianguis navideño de La Cruz es una experiencia que une a las familias, que sirve para inculcar a las nuevas generaciones las costumbres locales, para que ellos, en un futuro, las transmitan a otras generaciones, evitando que caigan en el olvido.