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Danzantes con vestuario prehispánico y conchas de mar en los pies, a quienes se les conoce como “concheros”, realizaron por las principales calles de la ciudad su peregrinación, esa se había suspendido durante los últimos dos años a causa de la pandemia por Covid-19.
Los orígenes de esta marcha-danza se remontan al año de 1531, cuando ocurrió una batalla entre españoles y chichimecas, uno de los grupos precolombinos que habitaba en lo que hoy es Querétaro.
Por eso, en la fiesta de ayer, los danzantes veneraron a la Santa Cruz de los Milagros, al recordar la referida batalla que se dio en el Cerro del Sangremal, donde actualmente se sitúa el Barrio de la Cruz, zona en la que la historia dice que se fundó la ciudad de Querétaro.
Durante esa batalla, recordó el cronista de la entidad, Jaime Zúñiga, hay una leyenda que asegura que se dio un eclipse solar, entonces “el cielo se abrió y descendió el apóstol Santiago, y al mismo tiempo descendió una cruz —lo que se conoce como la Cruz de Los Milagros—, que es la que está en el templo que lleva el mismo nombre”.
Poco después de las 16:00 horas, ayer por las principales calles de la ciudad se observaron los penachos de plumas, las cuales movían de un lado a otro de manera rítmica, mientras los tambores sonaban con fuerza, sintiendo en el pecho y estómago el “tum, tum” de los grupos de concheros y apaches que participaron en la procesión de los jefes concheros y sus conquistas al cerro de Sangremal, en La Cruz.
Desde temprana hora los grupos se comenzaron a reunir. Las agrupaciones de danzantes que llegaron de otros estados, las conquistas, lo hicieron en vagonetas a la lateral de Bernardo Quintana o en los alrededores de Los Arcos, para ocupar su lugar en la procesión.
Para ello, la avenida de Los Arcos fue cerrada desde Bernardo Quintana desde poco antes de las 14:00 horas, generando carga vial en las avenidas y calles cercanas.
Poco después de las 16:00 horas comenzó la procesión con los grupos. Desde algunas horas antes, los queretanos, vecinos de los barrios de La Cruz y San Francisquito ocuparon el camellón de avenida Zaragoza con sillas y banquitos, para no perder detalle del paso de los diferentes grupos de concheros que avanzaron unos metros y se detuvieron un momento, para dar espacio entre grupo y grupo.
Los caracoles y los tambores sonaron por las calles queretanas, luego de dos años de no hacerlo de esa manera, con los grupos participando durante la tarde y parte de la noche, para honrar a la Santísima Cruz.
El cielo estaba despejado, por lo que el sol fue intenso. Agua, refresco, o en algunos casos una cerveza, fueron buena opción para hidratarse luego de un rato de danzar con frenesí en el asfalto de las calles del primer cuadro queretano.
Los vendedores ambulantes también se hicieron presentes. Aprovecharon la presencia de miles de personas que se congregaron en La Cruz para vivir la tradición, como el caso de doña Araceli Téllez, quien, ante el regreso del festejo, dijo que “la gente ya tenía ganas de salir, de degustar lo que son sus fiestas, sus tradiciones, sus costumbres, a través de todo el año”.
Muchos de los asistentes dejaron de lado el uso de cubrebocas, a pesar de que la sana distancia es inexistente por la cantidad de personas que acudieron a la fiesta.
Los grupos llegaron a la calle de Felipe Luna, donde por unos minutos más siguieron danzando. Luego, rompieron filas para descansar unos minutos después de honrar con sus danzas, con su esfuerzo físico, a la Santísima Cruz.
