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Ha pasado un año desde que Alexander ingresó al Centro Médico Jurica para una cirugía que los médicos dijeron que sería sencilla y duraría únicamente 40 minutos, una cirugía que se ha convertido en la pesadilla más larga para este pequeño de ocho años y su familia.
Todo comenzó con un pequeño dolor al orinar que no mejoró con todo el medicamento y los antibióticos que le suministraron, por lo que los médicos aconsejaron que la circuncisión sería la solución, un procedimiento en el que, le dijeron a la familia, Alexander sólo requeriría anestesia local; sin embargo, al entrar al quirófano, se le aplicó anestesia general, lo que le provocó una serie de paros cardiorrespiratorios que le provocaron daño cerebral.
“A mí siempre me aseguró y me confirmó que iba a hacer un bloqueo, que no se iba a anestesiar al niño, que nada más iba a ser un bloqueo en la zona para que no le doliera, en eso quedamos, pero nunca pensamos que íbamos a terminar en una situación como la que estamos viviendo”, recuerda Perla Jara, madre de Alexander.
Además de la anestesia general, que los padres no autorizaron, el anestesiólogo decidió abandonar el hospital previo a que concluyera el procedimiento y que comprobara que Alexander despertara.
Fue tras una ardua investigación llevada a cabo por la Fiscalía General de Querétaro que, tras las múltiples entrevistas que realizaron a todos los involucrados en el procedimiento ese día, se concluyó que lo ocurrido había sido negligencia médica por parte del especialista, lo que llevó a su arresto el pasado 11 de enero.
“Durante el tiempo que se desarrolló la investigación y, es más, en el desarrollo de la audiencia inicial, esta persona seguía trabajando de manera normal (...) Se decretó por ese motivo la necesidad de cautela por parte del juez, precisamente para proteger esos bienes jurídicos de gran valía que es la salud de los infantes o de cualquier otra persona que se sometiera a algún procedimiento”, detalló el abogado a cargo de la parte penal de la denuncia, Roberto Romero Bravo.
El jurista detalló que hay evidencia suficiente para comprobar que el anestesiólogo tomó una decisión unilateral de cambiar el procedimiento médico y aplicar anestesia general, sumado a que no documentó correctamente en la bitácora de la cirugía, la totalidad de medicamentos que utilizó.
“Existe una norma oficial mexicana, la 006 de 2011, que regula el actuar de los anestesiólogos en México (...) En este caso debió haber reportado todos los medicamentos que se utilizaban en la anestesia, lo que no aconteció y se utilizaron medicamentos poco ortodoxos para una intervención de un menor, como es el uso del fentanilo y al no haberlo registrado, pues fue una mala praxis”, puntualizó.
Esa misma norma, agregó, establece que se debe realizar un monitoreo constante del paciente para evaluar sus signos vitales y llevar un registro; sin embargo, pese a la alerta del personal médico sobre la coloración de A-lexander, que presentaba uñas y labios azules, el especialista dijo que era algo “normal”.
“No obstante a la coloración del menor, el profesionista decidió ausentarse del hospital y posteriormente le vino un paro cardiorrespiratorio al menor, se solicitó la presencia del profesionista, quien manifiestó, y está en registro, que ya no estaba en el hospital, se le pidió que regresara, lo que no aconteció; a la postre vinieron más paros respiratorios que terminaron en el infarto de ganglios en la base de la cabeza del menor, lo que, como consecuencia, derivó en el estado de salud actual de A-lexander”, relata.
Los abogados de Alexander están pidiendo que el especialista atraviese el proceso en prisión, pues corre el riesgo de que siga ejerciendo la profesión, aunado a que no ha mostrado interés en reparar el daño ocasionado.
“No hay acercamiento de ningún tipo, ni del anestesiólogo, ni de su defensa, para intentar abordar un tema reparatorio y, por parte de la institución médica, me parece que tampoco (...) Por este delito y por las fracciones por las que fue vinculado a proceso, diversas fracciones que califican estas lesiones, la pena máxima que podría alcanzar está graduada. La mínima es de tres años y la máxima es de siete años y medio.
“Además, por la responsabilidad profesional, se le podría suspender del ejercicio de la profesión como medida adicional”, abundó el abogado.
Hoy, los padres de Alexander han dejado sus empleos y destinan prácticamente la totalidad de su tiempo a darle a su hijo terapia física, pues han tenido que aprender a realizar estos procedimientos ante los elevados gastos que representan los cuidados médicos, las constantes visitas a hospitales, sumado a que tienen una hija de tres años.
“Ha sido un año muy difícil, muy difícil, de verdad yo creo que es complicado que puedan dimensionar la situación que hemos estado viviendo todo este año porque el niño requiere atención 24 horas, hemos estado trabajando mi esposo y yo en las terapias, porque obviamente una sesión de fisioterapia es muy cara, te cobran alrededor de 500 pesos la hora.
“Y ahorita, por el daño y el tiempo que lleva, es necesario que la fisioterapia sea constante, entonces mi esposo y yo nos hicimos como técnicos en fisioterapia y estamos trabajando de lleno todo el día, desde que despertamos hasta que nos da la noche le estamos dando sesión de fisioterapia”, detalló.