Norma Guadalupe Pineda llega con su hija, Montserrat, hasta la puerta de la primaria del fraccionamiento al cual se mudó hace dos semanas por cuestiones de trabajo de su esposo. Proveniente de Sinaloa, el regreso a clases la tomó con “los dedos en la puerta”, pues ahora no encuentra un lugar en ningún plantel educativo para que estudie su hija.

“Pensaba que mi hija terminaría el sexto año allá [en Sinaloa] pero [la maestra] dice que no se puede porque cada semana tiene que llevar un cuadernillo de manera presencial a presentar. Lo puedo hacer en videollamada, como lo estábamos haciendo antes, si no hay cupo, si no me la aceptan”, comenta.

Guadalupe lee con atención la cartulina que está colocada en la reja de la escuela. Agrega  que ya ha mandado correos electrónicos de su caso a la dirección que se indica en el cartel, pero no obtiene respuesta alguna. Incluso, fue a otra escuela dentro de su fraccionamiento, en el municipio de El Marqués, pero en ese plantel sólo están funcionando los dos primeros grados.

Agrega que las escuelas permanecen cerradas y no hay con quién hablar en estos momentos para solicitar informes o conocer qué debe de hacer para inscribir a su hija  y no pierda un año escolar.

Guadalupe explica que a su esposo, en su trabajo, lo cambiaron de estado, él labora   en el área de control de calidad en una comercializadora de productos marinos. Comenta que el cambio le sentó bien a la familia, pues el clima es más agradable que en Mazatlán, donde radicaba, en donde el calor era agobiante. “Para mí, esto es invierno allá. Estoy fascinada aquí, la verdad”, dice.

La mujer abre la puerta de la escuela. Dentro del plantel hay una persona que ofrece informes. Comenta que los grupos están saturados. El fraccionamiento es grande y la demanda de lugares en el colegio es superior a la capacidad del plantel, en cuyo interior todo está casi listo para el regreso a clases, el 30 de agosto próximo.

Otra mujer ingresa a la escuela. Tiene las mismas dudas que Guadalupe. Quiere saber si puede inscribir a un menor a la escuela del fraccionamiento, uno de los más grandes del estado, con más de 5 mil habitantes.

En Sinaloa, Montserrat tomaba las clases en línea. Cada tercer día la maestra se comunicaba a través de videollamadas, para responder las preguntas de los estudiantes y explicar las clases.

Guadalupe dice que las clases no se le complicaban a su hija, aunque precisa que los niños necesitan más interacción social, más contacto con sus compañeros y maestros, pero por cuidarse de los contagios de Covid-19 y evitar más casos y decesos por la enfermedad era preferible y hasta aprender a distancia.

“Jamás va a ser lo mismo en línea que presencial. Jamás, ni el nivel educativo, ni nada. No va a ser igual nunca. Pero como digo, por la pandemia está bien. Lo primero es la salud”, enfatiza la mujer.

En tanto, Montserrat explica que lo más complicado de tomar clases en línea es el hecho de mandar evidencias, las tareas, aprender a usar los programas de la computadora. Además, de las fallas en la conexión a internet, pues en ciertos lugares, por la saturación de usuarios, la red no funcionaba de manera óptima.

Al interior de la escuela, la encargada le dice que puede comunicarse a la Unidad de Servicios para la Educación Básica (Usebeq), donde puede plantear su caso, pues la premura del cambio de ciudad tomó desprevenidos a la familia.

La encargada de brindar información le explica a Guadalupe y a otra mujer que la escuela está llena, que no hay lugares disponibles para los nuevos estudiantes. La opción es un plantel en el municipio de Querétaro.

“Está a unos 20 minutos de aquí en transporte público”, le dice a la  madre, quien le comenta que tiene 15 días en Querétaro y que no conoce aún los alrededores.

Un calvario. Padres de familia sufren por un lugar para sus hijos en la primaria
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La mujer en la escuela habla de manera preocupada, pues entiende que hay muchos padres de familia que buscan un lugar en el plantel  del fraccionamiento. Les queda muy cerca de sus domicilios, y en estos tiempos de pandemia, evitar el transporte público es incluso una medida sanitaria contra el Covid-19.

La otra mujer que pide informes en la escuela explica que su petición es un cambio de colegio, pero la encargada de dar información asegura que el mismo sistema no permite inscribir a más de 40 alumnos en un grupo, más por la pandemia no pueden tener a tantos alumnos en un salón de clases.

Pide paciencia  a ambas mujeres para poder darles una respuesta a sus peticiones, pues muchas ocasiones los trámites son tardados y la resolución suele dilatar algunos días.

Añade que para que la otra escuela del fraccionamiento pueda brindar todos los grados de primaria se necesitan hacer todos los trámites ante la autoridad educativa, lo que también puede demorar un tiempo.

Las mujeres se retiran de la escuela sin una respuesta clara. Sólo les queda esperar que haya un lugar en la escuela, para que sus menores continúen con sus estudios.

Guadalupe señala que no le queda más que insistir en la escuela. Precisa que cuando comiencen las clases  volverá a acudir al colegio para saber con quién puede hablar, o si puede insistir con el plantel en Los Mochis, donde estudiaba su hija, para ver la manera en la que puede seguir tomando clases vía remota y cumplir con la entrega de evidencias. “Tengo que hacer la lucha aquí  también, porque es complicado”.

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