Una enorme bandera de México llama la atención cuando se entra a la Estación de Control Satelital, en la Unidad de Alta Tecnología (UAT) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) Campus Juriquilla. Desde este espacio, llenó de estaciones, monitores, pantallas y maquetas de satélites, el doctor José Alberto Ramírez Aguilar, junto con sus estudiantes y otros investigadores, desarrollan nanosatélites y su infraestructura terrestre asociada para poner al país en el espacio.
“Esta infraestructura es de la nación, no es mía. Es con recursos públicos de este país. Por eso está esa bandera (de México). Siempre les digo a los muchachos: ‘todo lo que hacemos es por ese país. Dejemos un país mejor que como lo encontramos’”, enfatiza.
La estación es única. Es un laboratorio donde se desarrollan este tipo de satélites y también, explica el investigador, se pueden controlar y mandar comandos a satélites cuando pasan sobre territorio nacional. Incluso desde este espacio se pueden comunicar con los cosmonautas y astronautas de la Estación Espacial Internacional.
El doctor Ramírez habla con entusiasmo de su trabajo. Se emociona platicando de cómo en la Estación de Control Satelital los estudiantes y los investigadores desarrollan y hacen pruebas con nanosatélites que un día podrán estar en el espacio, cumpliendo con algunas misiones y trabajos para los cuales han sido desarrollados.
Precisa que estos nanosatélites tienen funciones importantes, pues sirven para fotografiar el territorio nacional en caso de deslaves, huracanes o sequías. Ahora México depende de satélites extranjeros para ello. El gobierno mexicano tiene que pagar mucho dinero para obtener imágenes satelitales. Con los nanosatélites ya no tendría que hacerlo al ser propios.
Explica que México tiene la oportunidad de desarrollar tecnología en el espacio en el rango de los nano y microsatélites. Un nanosatélite es un aparato de ingeniería que puede tener dimensiones de 10x10x10 centímetros, de forma cúbica o cilíndrica que se compone de diferentes subsistemas, como estructura, computadora de a bordo, sistema de energía, sistema de comunicaciones y una carga útil que puede ser un sensor, una sonda una cámara para llevar a cabo funciones o misiones, como observación de la tierra, medición de partículas contaminantes, así como labores de investigación.
Hay unos cuya vida útil es muy breve (por mucho tan sólo dos años), pues al estar muy cerca de la tierra por el arrastre atmosférico van siendo atraídos a la tierra y se desintegran en las capas altas de la atmósfera.
Destaca que Querétaro será sede de la Agencia Aeroespacial Latinoamericana. “Por eso la UNAM se desplaza desde Ciudad Universitaria, en la Ciudad de México, pone un brazo en Querétaro, que es la Unidad de Alta Tecnología, para comenzar a vincular con el sector productivo aeronáutico. Nosotros somos más espaciales, pero también participamos en aeronáutica, porque somos los que iniciamos el plan de estudios de la ingeniería aeroespacial”, enfatiza Ramírez Aguilar.
Además de seguir satélites, cuando pasan sobre territorio nacional, en la estación se desarrollan también nanosatélites.
“Nosotros estamos trabajando en una misión tripulada al espacio. Estamos intentando hacer cosas en el espacio, no tanto tiempo, es un vuelo suborbital, para hacer experimentos en microgravedad y regresar a la tierra. Ya se tiene conformado un equipo para esa misión.
“No es tanto ir, hacer un vuelo. Lo que queremos es demostrar que podemos hacer tecnología, podemos formar gente que pueda ir al espacio en Latinoamérica. Es un salto grande. No ha sido fácil, pero hay que ir paso a paso.
“A México le ha llegado otra oportunidad, porque ya ha tenido varias, y no hemos sido desarrolladores de tecnología espacial como han sido otros países: India, Brasil, Argentina, o Ecuador. Hoy nos están dejando otra vez el terreno para desarrollar sistemas espaciales en México”, agrega.
Debe de haber una política federal para que se generen las inversiones en este sector, y el estado de Querétaro ha manejado muy bien la parte de vinculación y atracción de inversiones, además de vincularse con las entidades educativas superiores y técnicas.
Explica que el tiempo que se tardan en desarrollar un nanosatélite, integrando a estudiantes, ingenieros, investigadores, es de dos a tres años.
“Estamos desarrollando otro proyecto, y de repente la programación de la propia computadora se dice que en dos meses la tenemos, pero ya pasó casi un año y todavía no se tiene. Es normal, los estudiantes llegan como universidad, tenemos esa misión, de involucrar estudiantes, porque es parte de la metodología, de formar recursos humanos a la hora que se gradúan. Llegan, trabajan, aportan, se titulan y se van. No hay manera de retenerlos porque los chicos tienen metas. A veces se siguen en estas tecnologías, pero ya hacen sus posgrados fuera de México. El proyecto se detiene un rato, hasta que llega otro estudiante y sigue avanzando. Por eso es un proceso largo”, dice.
Ya que están los satélites en el espacio, se necesitan comunicar con tierra. Para ello se involucra a estudiantes para que desarrollen sus propias plataformas de software de rastreo de los satélites, pero también hay software libre que se puede usar siempre y cuando no sea con fines comerciales.
La misma estación, dice el doctor Ramírez, funciona como el Centro de Información Galileo para América Central y el Caribe. Se capacita al personal que quiera trabajar con sistemas de navegación por satélite que son equivalentes al GPS de los teléfonos celulares, pero enfocado al sistema europeo, que es el Sistema Galileo.
En las instalaciones tienen una estación que recibe información de 18 satélites europeos. Se tienen acuerdos con una empresa vinculada con la Agencia Espacial Europea. La UNAM forma parte de ese entorno y el doctor es el responsable de ese proyecto.