Thalía Harmony Baillet observa los ejercicios que una especialista pone a hacer a un bebé de pocas semanas de nacido. Observa la rutina. Como directora de la Unidad de Investigación en Neurodesarrollo sigue de cerca los casos de menores con daño cerebral que llegan al lugar para recibir tratamiento. “Esto les cambiará la vida, los hará autosuficientes”, dice.

Egresada de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), explica que en la Unidad de Investigación en Neurodesarrollo “nosotros estudiamos fundamentalmente a bebés que han tenido factores de riesgo, tanto en periodo prenatal como en periodo alrededor del parto. Estos factores son bastante frecuentes, porque en realidad durante el embarazo puede haber algún tipo de problemas, como por ejemplo infecciones de la madre, las infecciones urinarias presentan un factor de riesgo para el bebé".

“Por otra parte, una característica también cuando el bebé nace, es muy frecuente que haya bebés prematuras, que nacen antes de las 37 semanas de gestación, y eso conlleva generalmente problemas tanto motores como parálisis cerebral”, explica.

Precisa que no son los únicos problemas que se presentan, pues también pueden registrarse dificultades con los sentidos de la vista y la audición, además de los problemas cognitivos, fundamentalmente problemas de atención y los problemas de aprendizaje, siendo los más frecuentes.

Apunta que lo principal sería evitar estos factores de riesgo, pero cuando los menores nacen lo que hacen en la unidad es tratarlos de inmediato, utilizando la técnica inventada por el neuropediatra húngaro, Ferenc Katona, quien diseñó el procedimiento para evaluar y tratar al mismo tiempo al bebé.

Comenta que los bebés, hasta antes de los seis meses, tienen una particular actividad motora, que Katona estudió.

Los movimientos se hacen para tratar de obtener la posición correcta y el movimiento correcto. Son ejercicios para que el bebé obtenga una posición erguida, que levante la cabeza, pueda gatear y luego caminar. Son ejercicios diferentes que cambian de acuerdo con la evolución de los menores. Los primeros meses la mamá o el papá deben acudir para ver los ejercicios que los bebés hacen y deben aprender para hacerlo en casa.

En la unidad no sólo dan atención a bebés, pues se les da seguimiento incluso hasta los ocho años de edad, para ver su desarrollo, trabajando hasta con 500 niños.

“Es una unidad que no se encuentra fácilmente en cualquier parte del mundo por estas características. Cuando el niño nace y lo traen aquí, inmediatamente lo estudia un neuropediatra, y también un especialista en rehabilitación que empieza con el método Katona, a entrenar a la mamá y al niño. 

“También hacemos una evaluación muy temprana de la atención. Ya de los dos, tres o cuatro meses podemos evaluar la atención, con un procedimiento que fue diseñado aquí, en la unidad, por una de nuestras investigadoras.

Con ese método hemos visto que si los bebés fallan entonces también se les da tratamiento y en siete meses podemos lograr que recuperen la atención”, subraya.

La atención es integral, pues dice la doctora Thalía, que estos bebés también tienen problemas del lenguaje, y con la ayuda que se les brinda les muestran a los padres cómo enseñar a hablar a los niños.

Destaca que los primeros meses de vida son esenciales para dar la atención de alguna condición, pues la plasticidad cerebral en ese periodo es mayor, esto quiere decir que si tiene una alteración se puede realizar un procedimiento que compense este problema.

Esa plasticidad está al máximo durante el nacimiento y va disminuyendo. Después del año ya no es tan grande, por eso es importante la atención temprana. Sin embargo, muchas lesiones se hacen evidentes después de lo tres meses de vida, lo que es un problema, porque los papás detectan hasta los tres o cuatro meses que el bebé no sostiene la cabeza, y cuando van con el pediatra, éstos desconocen muchos de estos síntomas, recomendando esperar, que es la peor decisión que pueden tomar.

Dice que la unidad se fundó en 2005, pero ella ya trabajaba con su esposo, Antonio Fernández Bouzas, desde antes en la Unidad de Neurobiología. Junto con su esposo, que era neuroradiólogo, trabajaron juntos para desarrollar el proyecto de tratamiento para los menores.

Gracias a la fundación Río Arronte y al doctor Jesús Kumate, obtuvieron un aparato de resonancia magnética. La UNAM luego compró uno más, iniciando con el proyecto para brindar atención a los menores.

Thalía Harmony añade que los servicios de salud deben atender a los niños que tienen factores de riesgos. Agrega que ellos han formado a muchos especialistas en el método Katona, pero están en la medicina privada, cuando hacen falta en el sector público.

La doctora Thalía recuerda que estuvo 17 años en Cuba, de 1963 a 1980, junto con su esposo, logrando el nombramiento de investigadora emérita de Cuba.

La especialista dice que lo importante para ella es ayudar a la mayor cantidad de niños. “Lo que me importa es que se genere esto, esta unidad”, expresa.

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