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Joel Ruiz tiene un sueño, un propósito. Quiere que el prado que cuida y procura, a orillas del río Querétaro, se pueda bautizar con el jardín de piedra, y que sea conservado para disfrute de la ciudadanía de la capital queretana.
Joel llega acompañado de Edith, su esposa, hasta la ribera del río Querétaro. El hombre lleva un bote y una pala. Desde hace siete meses se dedica todos los días a reforestar la orilla del río, entre las calles de Allende y Cuauhtémoc.
Militar en retiro y actualmente chef, Joel llegó a radicar a la ciudad de Querétaro hace ocho años. “Es una ciudad muy bonita y muy turística, con muchos atractivos. Es por eso que opté por trabajar aquí. Me dedico a la vida restaurantera, a la gastronomía.
“En mis ratos libres me dedico a acondicionar este pequeño prado. Vimos un espacio apropiado para darle vida a la vista de la gente y aprovechar el agua que tenemos aquí. Es un lugar precioso, vemos toda la vegetación y realmente es algo que nos nace hacer”, indica.
Las plantas sembradas y cuidadas por él prosperan en el sitio. Ninguna se ve seca o enferma. El lugar y las atenciones del hombre ayudan a su conservación.
Joel cuida de las plantas que sembró en el lugar. Coloca lajas alrededor de las mismas, con material que colecta de unos 500 metros, de desecho de las obras que se han hecho en las orillas del río.
Narra que comenzaron, su esposa y él, con un par de plantas. Cada vez colocaban una más, hasta llegar a una decena. Precisa que pocas de estas plantas han sido compradas. La mayoría han sido germinadas de semillas y luego son trasplantadas en la ribera del río.
“Aquí regamos con cubeta. No tenemos otro sistema de riego. Del río la transportamos para acá. A la vez nos sirve de distracción, de ejercicio. Yo quisiera decirle a la comunidad que tomaran el ejemplo. Que los espacios muertos que ven los aprovecharan, sembraran plantas y aprovecharan el agua”, asevera.
Dice que la gente que ve el trabajo que hace, al igual que las labores del personal del municipio, reconoce su esfuerzo, es una atracción para propios y visitantes, pues muy cerca está la Antigua Estación del Tren.
Dice que por su pasado en las Fuerzas Armadas tiene la mística de ver por el bien de la población y mantener los espacios.
“Hemos venido trabajando desde hace más tiempo que los siete meses, en limpieza, en acondicionar terreno. De lleno se puede decir que nos hemos enfocado de siete meses para acá, pero ha sido la labor ha sido de mucho tiempo, aproximadamente de un año para acá, donde hemos visto que el terreno se limpie, de ver la basura que siempre acumulan”, precisa.
Joel se pone los guantes de carnaza, toma el bote y se dirige al río, donde llena el bote y lleva esa agua a las plantas. Hace varios viajes al río para poder regarlas todas. Su esposa lo observa a la distancia orgullosa de él.
Señala que otros arbustos que están en la zona no los sembró él, pero les brinda el mismo cuidado, colocando lajas a su alrededor, acarreando la laja a mano también, logrando transformar el terreno, dando otra vista a ese prado urbano.
Joel muestra un pirul que sembraron y que ha crecido saludable. Comenta que dedica dos horas diarias a este trabajo voluntario, mientras que su día de descanso en su trabajo está hasta medio día en labores de jardinería y cuidado del espacio urbano.
“Este jardín lo quiero llamar El jardín de piedra, por la piedra que le estoy metiendo aquí. Mucha gente ha de decir que es curioso, que estoy sembrando piedras, pero es para retener el agua y que no se lleve la tierra, porque como el terreno está en declive, el agua arrastra la tierra”, enfatiza.
Acota que Edith le ayuda mucho en las ideas, pues fue ella quien propuso que colocaron lajas alrededor de las plantas para evitar que el agua arrastrara la tierra y proteger a las plantas.
Dice que hay gente que pasa, ya sea haciendo ejercicio y paseando a sus mascotas que lo felicitan por el trabajo que hace y lo motivan a seguir haciéndolo. “Eso es una satisfacción”.
Además, dice, puede que el ver su trabajo sirva de inspiración para otras personas, siendo un efecto multiplicador en beneficio de la sociedad y de los espacios urbanos de la capital.
“He llegado a pensar porqué me nació esta inquietud. Fueron las brigadas de trabajo del municipio. Si bien barren ya no hay basura, si riegan a veces no es suficiente. Por eso me nació esa idea, de contribuir en lo que yo pueda, a ver hasta dónde puedo llegar. Fue por eso que me nació esta inquietud.
“Todo se lo dejamos al municipio. No estoy hablando a favor del municipio, pero todos nos damos cuenta (cuando falta algo) pero no todos lo hacemos. Este es un mensaje que le daría a la población, que contribuyera con la autoridad, que no le dejemos todo a la autoridad. Es imposible que estén cuidando siempre todo. Pienso que como ciudadanos, como habitantes, es una labor que todos deberíamos hacer. Poner un granito de arena”, enfatiza.
Quienes no puedan ayudar en el remozamiento, pueden evitar tirar basura, tratar de conservarlas en las mejores condiciones, por el bien de la ciudad y sus habitantes.