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Everardo Ortiz, junto con otros jóvenes acomodan las nochebuenas. En la orilla del Anillo Vial Fray Junípero Serra se instala un bosque ambulante de árboles navideños, flores y cactáceas decoradas con motivos decembrinos. Proveniente de Tulancingo, Hidalgo, el comerciante dice que es el primer año que vende en Querétaro, luego de regresar de la frontera, de Mexicali, donde vivió dos años y medio.
Una pareja se detiene a preguntar el precio de las vistosas flores, tradicionales de estas fechas.
Los tres, Everardo y los dos muchachos, descargan las nochebuenas de una camioneta de tres y media toneladas en la que transportan su mercancía. Cerca de donde se instalan hay otros comerciantes que ofrecen decoraciones navideñas de barro, pintadas a mano.
“Luego se paran con ellos antes que con nosotros, ellos están antes”, dice Everardo, quien a pesar de ello, es optimista con las ventas.
“Es el primer año que vengo aquí. Plantas ya vendo de tiempo atrás, pero este es el primer año que vendo aquí. Anduve trabajando por la frontera, en Mexicali [Baja California]. Ahorita aquí apenas tengo cinco meses. Ya me gustó más por aquí, está más cerca. No me quise ir ya tan lejos”, explica el joven de apenas 20 años de edad.
Dice que espera ver cómo vende, pues no hay mucha gente. Confía que en los próximos días las cosas mejoren, para que pueda vender toda su mercancía, consistente en las flores de nochebuena, árboles de navidad y cactus decorados.
Comenta que apenas se instalaron el domingo 14 de noviembre, planea estar hasta el 20 de diciembre, si es que no terminan de vender antes.
“Yo sólo ofrezco nochebuenas, Tenemos pino, arrayanes, pino cedro limón, cactus navideños [decorados]. Apenas va empezando la temporada, no se acerca mucha gente, pero esperemos que se componga más adelante, por lo menos en una semanita”, comenta.
El comerciante explica que las flores de nochebuena las trae del estado de Michoacán. Las traslada en una sola carga, no tiene fecha para volver a surtirse. Conforme se vendan se va surtiendo. “Este es mi primer año. Espero que se vendan bien, para poder traer más”.
En tanto, dice que los cactus los compran en Puebla, donde los productores idearon vestirlos con motivos navideños. Al primer golpe de vista la caja con cactáceas parece un nacimiento, aunque ya vistos con calma se aprecia que son figuras variadas.
Everardo señala que en Mexicali también era comerciante de plantas. Dice que se vendía bien, pero el problema era que sólo era trabajador. Agrega que estuvo dos años y medio en el norte del país, en parte para conocer y por necesidad. “Todos trabajamos por necesidad, sino no trabajaríamos”.
Explica que gracias a unos conocidos, unos vecinos, lo invitaron a trabajar al norte y se decidió a irse. Dice que siempre tuvo ganas de cruzar a Estados Unidos, pero no quiso hacerlo de manera ilegal. “Luego me llegan a agarrar, me deportan, o cualquier cosa”.
Los coches pasan veloces en el Fray Junípero. Los jóvenes acomodan en tablones las cactáceas y las flores de nochebuena. Los cactus están decorados con vestimentas de Santa Claus, ángeles, renos, personajes típicos de las fiestas decembrinas.
Everardo da consejos sobre cómo mantener frescas las flores de nochebuena. Explica que hay que plantarla con más tierra, además de regarla cada tercer día, con sólo medio litro de agua.
“Las nochebuenas, como son de invernadero, pueden estar en exterior o interior, al igual que en sombra. No les afecta el medio ambiente en dónde estén. Hay que tener cuidado en la cantidad de agua, pues mucha puede pudrir la planta, mientras que poca, la seca”, dice.
El joven comerciante sostiene unas macetas de nochebuena en las manos. Las coloca en el piso, frente a los árboles de Navidad que esperan compradores para decorar sus viviendas, de iluminar los hogares, luego de casi dos años de emergencia sanitaria por el Covid-19, de miedo a la enfermedad.
Durante su estancia en Querétaro Everardo y sus compañeros se quedan en la camioneta, pero en los próximos días esperan poder rentar una vivienda por la zona, para descansar mejor que en la unidad motriz.
Él indica que le gusta la Navidad. Lo que más le agrada, la comida, como el pavo, además de una cerveza o un tequila, “sino qué van a decir los abuelos, que ya no seguimos los consejos. Allá en mi pueblo, el pulque”.
El viento frío de la mañana queretana, entre El Marqués y Querétaro, mueven dos arbolitos que caen. Uno de los jóvenes se acerca y los levanta, los acomoda nuevamente en fila, para que luzcan más vistosos a los ojos de los compradores. Espera que se vendan bien. Es apenas el primer día que los exhibe y confía en que aumente la clientela.
“Esperamos que todo se venda bien, que salga por lo menos lo del día, porque si no, no conviene. Voy a estar unos días, a ver cómo se vende, si no me regreso a mi tierra. Esperemos más adelante. Estamos confiando en que sí se venda”, expresa.