Un hombre joven llega hasta el puesto de Hilda Chávez Cardona; la mujer, artesana que elabora alpargatas, tal como lo han hecho desde hace tres generaciones en su familia, atiende al recién llegado, quien visita la Feria Artesanal que se instaló durante este fin de semana en el Jardín Guerrero.
Hilda es vecina de puesto de María Cristina Villanueva Sánchez, artesana originaria de la comunidad de Tierra Volteada, en el municipio de Tolimán.
La artesana queretana explica que sus productos tejidos, en parte en telar, y en parte a mano, son elaborados a través de una cooperativa.
Ambas artesanas estuvieron en la feria organizada por el municipio de Querétaro, para apoyar a las creadoras y creadores. Ellas también ofrecen su trabajo en el Centro de Desarrollo Artesanal Indígena (Cedai). Estos eventos en espacios públicos les ayudan a tener mayores ventas y para que la ciudadanía conozca sus productos.
María Cristina explica que las artesanías las trabaja un grupo de mujeres creadoras de su comunidad, que se organizan para elaborar productos tradicionales, además de que sirve para que no se pierdan estas tradiciones, que en muchas ocasiones no les interesan a las nuevas generaciones.
Además de las creaciones artesanales, la mujer explica que buscan una recuperación integral de su cultura, pues también hablan el idioma otomí.
“Cuando nos llega un recurso de apoyo o en material, nos apoyamos unas a otras. Yo traigo también productos de mis compañeras a vender”, abunda.
María Cristina trabaja en una pieza. Dice que hacer una blusa bordada y tejida puede tardar, de acuerdo a la complicación, hasta dos semanas. Una parte de la elaboración, explica, se hace en telar, aunque la otra parte se hace a mano, lo que eleva el valor de la pieza.
Detalla la forma en la que coloca los hilos: los teje y une las piezas ya elaboradas en telar y a mano.
Una blusa randa puede tardar hasta mes y medio; es mucho trabajo el que necesita, pues se deben de unir partes de las blusas con bordados a mano.
Indica que este tipo de trabajo, cuando lo ofrecen en lugares como la Ciudad de México, los clientes pagan por ellas el precio que se pide, mientras que en Querétaro algunas personas regatean el precio, desconociendo el trabajo y esfuerzo que lleva la elaboración de una blusa.
Añade que a las nuevas generaciones no les atrae tanto esta actividad porque “les gusta el dinero fácil. Van a trabajar y ya. Nosotras, como siempre lo acostumbramos, es parte de la labor de la casa porque estamos atendiendo a la familia y a la vez estamos trabajando.
“Es muy difícil que se nos venda una blusa, pero el día que se nos vende, nos ponemos muy contentas y con el ánimo de seguir trabajando”, detalla.
Apunta que en los últimos tiempos ella y sus compañeras están innovando, pues elaboran guayaberas con randa en los costados, esperando que sean del gusto de los clientes.
En tanto, Hilda acomoda sus alpargatas y las guayaberas que también vende. Ella misma lleva un par de calzado que ella elabora. Explica que las hormas tienen 108 años. “Lo único que he hecho es innovar mis modelos, porque ellos manejaban otros materiales”.
Comenta que ha tenido que valerse del uso de material novedoso para mantener actualizadas sus creaciones.
Narra que de la familia de sus abuelos, es quien se dedica a la elaboración de este tipo de calzado tradicional, porque ni sus tías y tíos abrazaron el oficio:
“Yo he sobrevivido porque he innovado en los modelos. Ellos hacían un tipo corto, que era como mocasín, clásico, cerrado, con un poco de tacón, nada más”, abunda.
La artesana señala que para la elaboración del calzado se divide en lo que llaman “Tarea”, consistente en elaborar 14 pares de alpargatas, que se montan sobre las hormas directamente. Es ahí donde se unen todas las piezas que se usan en la elaboración del calzado.
Apunta que con esta forma de trabajo se puede tardar una semana en la elaboración de esos 14 pares de alpargatas, aunque hay modelos que pueden tardar incluso más tiempo, como los que presentan diseños florales bordados.
Para producir más se necesita que las cuatro familias que se dedican a la elaboración de las alpargatas trabajen de manera conjunta. Dice que cuando tienen un pedido grande, todos quienes se dedican a su manufactura trabajan en conjunto.
Comenta que el último año y medio ha sido complicado para su trabajo, pues el calzado, con las personas en casa, sin salir a trabajar y en muchos casos con disminución de ingresos, los zapatos dejaron de ser un producto de primera necesidad.
“Este es un artículo que dejan al final [de las prioridades de consumo] . Para nosotros ha sido muy difícil, muy duro, porque en el tiempo que inició la pandemia era nuestra mejor temporada. De enero a septiembre es nuestra temporada alta, porque hace calor, las personas visitan a sus familiares y les llevan regalos”, explica.
Asimismo, la creadora indica que las ventas digitales no fueron tan propicias para este sector como artesanos que elaboran calzado, pues aunque las pusieran a la venta, la gente no compraba, por considerar que no requería calzado.
Agrega que eventos como los llevados a cabo el fin de semana son útiles para intentar mejorar las ventas. “Tratamos de seguir sobreviviendo”, puntualiza.