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El cronista del estado de Querétaro, Andrés Garrido del Toral, hombre culto, de charla amena y dispuesto a revelar las historias secretas de la entidad, habla de su experiencia cercana a la muerte que tuvo en 1995, tras sufrir un accidente automovilístico.
Andrés Garrido narra que en ese año, cuando tenía 31 años de edad, estuvo 18 días en terapia intensiva entre la vida y la muerte. Dice que sí, vio el túnel que muchas personas que tienen experiencias cercanas a la muerte describen.
“Al final [del túnel] vi mucho sol y precioso pasto verde de color esmeralda. No vi al hombre barbudo que otros sí han llegado a ver ¿Por qué no vi al hombre barbudo? Quizá porque yo no estaba tan cercano a mi paso al otro mundo.
“Yo no alcancé a ver al hombre barbudo que identifican como Cristo, pero sí vi el túnel y sí vi el jardín extraordinario”, comenta.
Apunta que en esos momentos sintió mucha paz.
No quería regresar, pero su tercera hija, Victoria, la más joven de todas, estaba a punto de nacer y siente que ella fue quien lo regresó a este plano de la existencia.
Sobre el día del accidente recuerda que la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) estaba arreglando la carretera México-Querétaro. Frente al estadio Corregidora no había luz, estaba un tráiler estacionado en tercera fila, contra el cual impactó su automóvil, un Buick Century.
“Perdí muchos litros de sangre. Los bomberos pidieron romper el techo del Century para poder sacarme. En el [Instituto Mexicano del] Seguro Social, el jefe de los Servicios Médicos me declaró clínicamente muerto.
“Afortunadamente, el delegado del IMSS dio instrucciones a cinco médicos y a todas las enfermeras que me cuidaran y salvé la vida”.
Señala que no estaba consciente de lo que había sufrido. Además, agrega, vio un túnel, con muchos rostros a los lados, sufriendo, como que estaban pegados a un vidrio. La gente diría que era el purgatorio. Un túnel frío donde había entes afligidos, como pegados a un vidrio, queriendo escapar.
“Puros ojetes”
“Nada más se veían los rostros. Identifiqué a algunos. Puros ojetes. José Stalin, que me dio miedo. Napoleón I, considerado como anticristo por las guerras que provocó. Vi a [Adolph] Hitler, a [Benito] Mussolini, puros ojetes. Parece que también vi a Victoriano Huerta. Puro chacal”, añade.
Cuando despertó no sabía que estaba en el Seguro Social. Explica que cuando despertó vio los árboles de Zaragoza, entre Tecnológico y 5 de Febrero.
Aún con los efectos de la morfina que le recetaron para soportar las operaciones a las cuales fue sometido, pensó que estaba en el hotel Impala, de parrandero: “Lo primero que veo es a mi compadre Rafael Díaz Olvera, de Cadereyta, cuidándome. Se rolaron compadres y hermanos míos para cuidarme.
“Lo primero que le pedí a mi compadre fueron dos pomos de vino tinto y que me tocara la [canción] de Los Bukis, porque pensaba que era Navidad. No tenía conciencia del tiempo. Luego ya me tranquilizó y me dejó”, recuerda.
Indica que ya quería irse del hospital, del cual intentó escapar, pero lo “pescaron” en su intento de huída: “Es más feo existir sin disfrutar la vida”, dice.
La experiencia, subraya, le sirvió para fortalecer su creencia en Dios, de que existe, que la frontera entre la vida y la muerte es muy trascendente y pequeña, y que no se sienta nada cuando se va a morir.
“Es más feo morir en vida. Es más feo existir sin disfrutar de ella”, asegura.
Los médicos le dijeron que quizá no se quedó en ese lugar de paz y tranquilidad, “del otro lado”, porque tenía una misión en la vida: “Ni grande ni pequeña, mi misión es cuidar a mis dos nietecitas, por eso no me dejaron ir”.
“El hombre más inteligente del siglo XX, Albert Einstein, creía en la física cuántica, igual que yo.
“Si el hombre más inteligente de todos los tiempos creía en Dios y en lo sobrenatural, yo que soy pendejo por qué no.
“Einstein pone un ejemplo en sus libros: si colocas a un caracol frente a ti [de los seres vivos que tardan más en reaccionar, su cerebro procesa en 15 segundos], si cambias de lugar y tardas menos de 15 segundos, para el caracol nunca te fuiste, nunca cambiaste de lugar.
“Igual los humanos tenemos una conciencia limitada y no vemos todo lo que está pasando a nuestro alrededor. Eso lo explica científicamente la física cuántica, así que todo existe, que no lo veamos es otra cosa, es porque no estamos preparados por nuestra falta de conciencia”, puntualiza.
Crónicas sobrenaturales
Andrés Garrido presentó el pasado martes 30 de octubre el libro Crónicas sobrenaturales donde desarrolla entrevistas ficticias con héroes y villanos muertos; leyendas, chismes, crónicas, con personajes clásicos como La Llorona.
Dice que cada historia es independiente una de otra. Algunas las escribió en 1993, 1994; otras en 2014, 2015 y en este año. Son alrededor de 20, desde leyendas de personajes precolombinos, hasta la historia de sujetos trascendentes, como Benito Juárez.
Como adelanto del libro, comenta los relatos de La Llorona, que siempre se aparece en donde hay agua. En el estado donde dio siempre más lata, afirma, fue Querétaro y Tolimán.
Detalla que fue durante el porfiriato, en 1884, cuando encontraron a un ladrón que usaba un vestido blanco con las puntas negras para simular que volaba.
bft