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Querétaro, Qro.
La llegada del Covid-19 a México ha representado el cierre de empresas, pérdida de empleos y, en muchos casos, disminución de salarios a los trabajadores que aún conservan sus empleos.
Los pequeños empresarios son uno de los sectores más afectados por la contingencia sanitaria, la gran mayoría de ellos no sobrevivirán, pues desde marzo pasado están sin ventas, deben pagar rentas, servicios y salarios de sus trabajadores. Muchos de ellos ya han optado por cerrar sus puertas y concluir el sueño de su vida y esfuerzo.
Mario Antonio Morales, un emprendedor con mucha iniciativa de comenzar nuevos proyectos, vivió en carne propia las consecuencias devastadoras de la contingencia sanitaria.
Hace un año y medio él y su familia invirtieron en la administración de una franquicia de tartaletas, cafés, comidas y desayunos. Superaron las adversidades propias de cualquier emprendedor: cautivar a los clientes, consolidar el equipo de trabajo, pagar salarios, renta del local y mejorar el servicio día con día.
De hecho, la franquicia de tartaletas en Querétaro era la mejor posicionada del país, después del negocio principal ubicado en el estado de Puebla; sin embargo, las suspensión de actividades comerciales por la contingencia sanitaria acabó con el negocio en apenas dos meses.
Para la familia de emprendedores la situación fue devastadora, pues no sólo significa el cierre de un negocio, sino el final de un sueño al que todos le invirtieron miles de horas de trabajo y dedicación.
“Es muy fuerte para nosotros ver cómo se cierran las puertas de nuestro negocio, nuestro sueño, va a ser muy difícil recuperarnos de un golpe así, tanto emocional como financiero”, comentó el empresario.
Para Mario, el primer impacto a la estabilidad de su negocio fue la prohibición de comensales en su cafetería; únicamente tenía la opción de vender sus productos para llevar, lo cuál no fue suficiente para sostener su empresa.
La cafetería estaba ubicada en la colonia Álamos Segunda Sección, sus clientes principales eran trabajadores de las oficinas cercanas o eran personas que acudían a estos lugares a realizar algún trámite, también era un punto recurrente en donde varios grupos de amigas y familias se reunían para desayunar los fines de semana.
Sin embargo, las actividades de bancos y oficinas también se suspendieron por la contingencia sanitaria, y con eso, el número de transeúntes disminuyó drásticamente, por lo tanto, tampoco hubo clientes en la cafetería.
“Esta zona se quedó desierta, todas las familias estaban en su casa, nadie acudía a trabajar a los corporativos que están junto a nosotros, todos los demás negocios, centros de trabajo y demás tiendas estaban cerradas, no había a quién venderle, fue devastador, un cambio repentino de un día para otro”, explicó.
Otro aspecto que dificultó la situación fue que todos los postres y alimentos de la cafetería eran traídos desde el estado de Puebla, como lo estipula el contrato de la franquicia; pero en un momento las ventas fueron tan bajas, que trasladar los insumos de un estado a otro representaba pérdidas económicas muy difíciles de recuperar.
La familia de emprendedores siguió adelante el mayor tiempo posible, pagando a sus trabajadores y solventando gastos del negocio, pero sin recibir ganancia alguna.
Optaron por cerrar la cafetería durante 15 días, con la esperanza de que pasado ese periodo la actividad económica resurgiría, pero la situación se agravó y esas puertas jamás volvieron a abrirse.
Fue un golpe terrible para la familia, pero reconocieron que las finanzas en números rojos no les permitirían seguir sosteniendo el sueño de emprendimiento; por eso terminaron el contrato con el franquiciatario y comenzaron a desmontar todo el mobiliario.
Un segundo impacto emocional fue comunicar dicha decisión a los trabajadores, que más que empleados eran una familia.
“Nuestro equipo de trabajo era nuestra familia, fue muy triste avisarles que el negocio cerraría, los mismos clientes pasaban por aquí y se detenían y lamentaban que el negocio estuviera siendo desmontado”, contó.
Mario Antonio Morales y su familia están decididos a no derrumbarse, sino a aprender las lecciones que deja la contingencia sanitaria mundial.
“Los franquiciatarios debemos aprender que las empresas con finanzas sanas son las únicas que pueden sobrevivir a esta contingencia, por eso todos debemos llevar una mejor administración, estar preparados para una catástrofe.
“Los procesos de limpieza e higiene van a cambiar y debemos adaptarnos, también pienso que debe haber una mejor comunicación entre franquiciante y franquiciatario, para no dejar a uno solo con todos los problemas, hablar de esta situación financiera, tener mayor comunicación, buscar posibles soluciones”, agregó.
“Estábamos muy entusiasmados con el crecimiento de nuestro negocio, sí creíamos que 2020 sería un año armónico y perfecto”, lamentó.