Gabriel Segura Tavera corre junto con un amiguito hacia donde está un payaso, quien saca dos espadas hechas con globos y se las da. Los dos chicos corren de regreso con sus familiares. Acuden al parque Bicentenario a la conmemoración del Día Internacional de la Lucha Contra el Cáncer Infantil. Gabriel, de 11 años, padece leucemia, diagnosticada hace dos años, aunque él se toma la vida tranquila.
Tomasa Tavera Segura, madre de Gabriel, recuerda el 12 de abril de 2017 como el peor día de su vida, pues en esa fecha le dijeron que su hijo menor tenía cáncer.
Apenas el maestro de ceremonias anuncia que los presentes pueden pasar por sus boletos para degustar algo de comer, los pequeños y sus familiares desocupan las sillas. Algunos caminan de aquí para allá. Otros más esperan pacientes en sus sillas a que sus familiares regresen con algún bocadillo.
María Isabel Segura es hermana de Gabriel. Ambos hermanos esperan a su mamá en una de las mesas dispuestas bajo el techo de la explanada del Bicentenario. Gabriel observa a su hermana, le sonríe. Su expresión es de alguien “pícaro”.
La adolescente explica que durante este tiempo el estado físico general de su hermano ha sido bueno, pues no ha presentado recaídas por los tratamientos que recibe.
Tomasa dice que los dos últimos años han sido duros para la familia. “En un principio sentía que se me juntaba el cielo con la tierra, pero ahorita lo va superando. Yo también ya me siento mejor, y mi niño casi no ha decaído. Él anda muy listo. Luego me dice: ‘No, mamá, hay que echarle ganas’”.
Gabriel escucha a su madre hablar, mientras sostiene en las manos la espada de globo color naranja que le dio uno de los payasos que acudieron al evento.
Tomasa explica que sospechó que algo no estaba bien con Gabriel cuando comenzó a padecer fiebres sin razón aparente. A veces sufría dolores de huesos, o se sentía decaído. Llegaba de la escuela a dormir, además de que a veces perdía el apetito.
Originarios de Los Charcos, una comunidad de Jalpan de Serra, Tomasa narra que el doctor de su localidad la mandó a hacerle unos estudios a Gabriel en el Hospital General de Jalpan. Le dijeron que todo parecía que se trataba de anemia, pero el doctor sospechaba de algo, pues veía al menor muy pálido y delgado, además de la fiebre.
El 11 de abril de 2017 acudió a ese nosocomio. La doctora que los atendió les dijo que Gabriel estaba bien. Pero Tomasa insistió que le hicieran más estudios a su hijo, pues tenía malestar generalizado.
La doctora le dijo que fuera por los papeles de Gabriel, pues lo iban a mandar a Querétaro, ya que “tenía algo en la sangre”.
“Fue un 12 de abril en la mañana cuando llegué aquí [a Querétaro]. Me pasaron a urgencias y luego me dijeron que mi niño tenía cáncer. Sentía que…” Tomasa hace una pausa, se quiebra al recordar la peor noticia que puede recibir una madre.
Recuerda cómo fueron los primeros días del tratamiento del Gabriel, cuando tuvo que recurrir a una de sus primas para quedarse durante los ochos días que estuvieron en Querétaro.
La doctora le dijo que durante tres meses “vivirían” en el hospital. Mientras el resto de su hijos, esperaban en Jalpan. Ahora cada ocho días va a su comunidad y regresa, de acuerdo con lo que le diga la doctora.
Gabriel pasó seis meses sin ir a la escuela. Ahora, como su evolución es positiva, ya pueda acudir un par de días a clases.
Gabriel quiere ser veterinario. Dice que estar enfermo no le causó grandes dificultades en su vida. “Todo está bien”, dice.
Martha Patricia Guerrero Flores, abraza a su hija Estefanía de la Cruz Guerrero, de seis años de edad. La pequeña padece leucemia linfoblástica aguda, diagnosticada el 13 de marzo de 2018.
Martha viene desde Tolimán a tratamiento, el cual iba muy bien, pero la doctora le dijo que había tenido una recaída, por lo que tendrá que someterse a un trasplante de médula ósea.
“Vamos a empezar con los estudios para ver quién es el donador adecuado, y estamos viendo que siga con sus quimios y que responda bien a eso”, dice.
Estefanía come un espiral de papa. Viste un abrigo de piel color hueso, y lleva una mascada en la cabeza.
La vida de toda la familia cambió. Martha tuvo que dejar su trabajo en un ciber café para dedicarse en cuerpo y alma a la atención de Estefanía. Prácticamente viven en Querétaro.
“Estamos pidiendo apoyo al DIF municipal, que nos apoya con el traslado, pero papá tiene que trabajar y yo tengo que estar con mi niña. Mi mamá, mi familia, son quienes me apoyan con el cuidado de mi otra hija”, precisa. AMANC también la apoya.
Un grupo de niños sube a uno de los juegos. Levantan las manos cuando el gusano mecánico baja. Se divierten y disfrutan del día en el parque. Comen una hamburguesa, unas papas, un pastelillo. Gozan de una mañana de diversión con su familia, lejos de las camas de hospital, sintiendo los rayos del sol en el cara, el aire cálido en la piel. Viviendo.