Los bomberos probatorios se cubren la cara del chorro del agua, es su bautizo para ser tragahumos, en su día y muy especial para el cuerpo de bomberos de Querétaro que cumple 70 años.
Termina la ceremonia protocolaria. Se invita a los presentes a salir del teatro experimental a la explanada del Querétaro Centro de Congresos, dónde se lleva a cabo la conmemoración del Día del Bombero.
Un camión de la corporación permanece en ese sitio. Las mangueras están conectadas al mismo. El gobernador Francisco Domínguez, el alcalde Luis Nava, la presidenta del Patronato del DIF, Karina Castro, entre otras personalidades observan el acto.
Los jóvenes resultan empapados. Luego, así, abrazan a las autoridades presentes. Hay risas y felicitaciones entre los bomberos probatorios y los funcionarios.
El teniente Fernando Hinojosa Martínez observa a la distancia. El veterano fue reconocido por 43 años de servicio. Observa a una nueva generación de tragahumos que servirán a la sociedad.
Dice que estuvo dos años como aspirante, ingresando a los 17 años al Cuerpo de Bomberos de Querétaro, que cumple siete décadas de existencia.
“El cambio de cuando empecé, es muy grande. Era un Cuerpo de Bomberos muy diferente al de la actualidad. No teníamos ni el equipo ni el recurso. No había tecnología como hoy en día. Actualmente todo es muy diferente, a tal grado que ahora hasta nos dan una tableta que nos va dirigiendo a las emergencias”, indica.
El teniente Hinojosa, antes, se toma fotografías con sus compañeros que también fueron reconocidos por sus años de servicios en la heróica corporación.
El hombre recuerda que vivía a la vuelta de la estación de bomberos, y cada vez que sonaba la alarma, él estaba presente para ver la partida de las unidades de los vulcanos, ya traía en las venas el oficio y la vocación de servicio.
“Yo vivía en la calle de Guerrero. Los bomberos estaban ahí. En un principio sobre la misma calle, a cuadra y media de mi casa. Luego construyeron la de Zaragoza, pues me quedaba a la vuelta. Sí, me llamaba la atención como a todos los niños”.
Dice que ser bombero representa un desgaste emocional y físico, pues están conscientes, cuando acuden a una emergencia, puede ocurrir en sus casas o en la de algún conocido. Cuando se acude a un llamado y es en la colonia donde se vive, se preocupan, quieren saber qué pasó, pues además de sus familias, viven sus amigos y vecinos.
Actualmente, comenta, es difícil ser bombero “porque hay que estudiar, hay que prepararse más que cuando tu servidor entró al Cuerpo de Bomberos. Hoy, la academia dura un año, más otro año de probatorio, para que demuestres tus conocimientos, para poner en práctica lo aprendido”.
Precisa que siempre se es bombero, incluso cuando se sale con la familia, pues si pasan frente a la estación y hay una emergencia, pueden dejar a la familia, tomar su uniforme y salir a atender la contingencia.
Añade que la familia, en especial las esposas, siempre tienen la incertidumbre. Pese a ello, el teniente dice con mucho orgullo que uno de sus hijos ya tiene 22 años de servicio en los bomberos, aunque también tiene sobrinos. Un nieto y una nieta también quieren ser bomberos. Una de sus hijas, debido a un embarazo se retiró, pero dice que este año regresará a su actividad de servir.
Precisa que su mayor satisfacción es que la gente se acerque y le dé las gracias, algo que pasa seguido. Asimismo, los aplausos que reciben en los desfiles, son momentos únicos para él.
Esta fecha siempre es emotiva para los bomberos. Sus familias los acompañan y ellos pueden explicarles el uso y funcionamiento de sus herramientas de trabajo. Griselda Bárcena es la esposa del bombero Rafael Zamorano Barrón, desde hace 15 años.
Explica que ser la pareja de un bombero es muy difícil. “Es mucho muy difícil porque son ausencias, son días los que tiene que estar trabajando, y prácticamente los niños no lo ven dos o tres días. Están ausentes en reuniones familiares o en eventos escolares, pero es su labor”, comenta
Un momento complicado es durante las fiestas, pues les toca estar de guardia. “Luego (la gente) piensa que el esposo es ficticio”. Apunta que nunca se imaginó que su matrimonio sería así, pero se ha acostumbrado a la dinámica de trabajo de Rafael y a mostrarle su apoyo.
Añade que a ella le gusta que le platique lo que hizo cuando regresa de trabajar, qué llamados atendieron, que hizo en su jornada, que son de 24 horas.
La familia, junto con el abuelo, quien también fue bombero, observan el camión rojo de los vulcanos, mientras Rafael explica parte del funcionamiento del mismo.
No están todos los bomberos. Una parte de ellos bajó del Querétaro Centro de Congresos cuando aún se desarrollaba la ceremonia. Quizá un llamado de emergencia que debían de atender. El deber llama a estos hombres que se han ganado, por parte de la sociedad, el mote de héroes.
Luego de la ceremonia protocolaria y la “bautizada” a los probatorios, se llevará a cabo una comida en el mismo recinto. Se invita a los bomberos y sus familias a pasar. La gran mayoría se queda. Son momento que tienen los bomberos de convivir entre ellos junto con sus familias. Por un momento son una familia, todos. Se saludan, se abrazan, preguntan por la tía, por el tío. Recuerdan anécdotas. Es su día, pero en cualquier momento saben que pueden ser requeridos, que alguien los necesitará, y sin dudarlo ahí estarán.