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Araceli Téllez Méndez invita a las personas a su puesto de comida en las inmediaciones del templo de La Cruz. Ella, junto con su hija y una sobrina, se dedican a vender antojitos en las fiestas tradicionales.
Comerciante de tercera generación, pues sigue los pasos de su abuela y su madre, señala que ofrece enchiladas queretanas, el tradicional guajolote, buñuelos, entre otros productos.
“En Querétaro, en cada esquina hay iglesias. Está en enero San Sebastián, la Virgen de San Juan de los Lagos, Santa Catarina. Luego La Candelaria, Miércoles de Ceniza. Tenemos todo un calendario durante el año, además de Año Nuevo y Reyes. Pero eso sí, estamos presentes en todos los templos”, afirma.
Los últimos fueron tiempos difíciles para Araceli. Por su giro comercial, a pesar de tener un local donde también vende comida, su fuerte son las fiestas tradicionales, por lo que durante la pandemia de Covid-19, todas las fiestas se suspendieron durante año y medio. Además de tener que cerrar el negocio.
“Desgraciadamente la edad a nosotros no nos da para avanzar en lo referente a la tecnología, y ahí sí nos la vimos demasiado duro. Tuvimos que tramitar con el DIF, con la presidencia municipal, con diferentes dependencias para que nos apoyaran, o por lo menos que dieran medicamentos, porque también tuvimos enfermos. Somos sobrevivientes que solamente Dios sabe cómo alcanzamos. A nosotros no nos dejaron trabajar dos años, porque las parroquias no querían aglomeraciones. Nos fuimos a trabajar con quienes nos dejaron trabajar, o trabajar en limpieza”, relata.
Recuerda que la primera fiesta a la que regresaron luego de las restricciones por la pandemia fue Todos Santos, en noviembre del año pasado.
La situación no fue sencilla. Experimentaron angustia porque no tenían dinero para invertir y comenzar a vender, así como los permisos para instalarse. Además de la incertidumbre, pensando que la gente aún no quería salir.
Aunado a ello, los productos de la canasta básica comenzaban a subir y muchos son los ingredientes que utilizan para los productos.
“No fue así. La gente ya tenía ganas de salir, de degustar lo que son sus fiestas, sus tradiciones, sus costumbres, a través de todo el año”, subraya.
Tras sortear la tormenta de la pandemia, Araceli puede continuar la tradición que comenzó su abuela en el antiguo mercado de La Cruz, cuando estaba en lo que es ahora Plaza Fundadores, usando las mismas recetas, por lo que también es depositaria de las recetas de su abuela y su mamá, además de incluir las suyas propias para enriquecer la cocina queretana.