Eliana Jiménez, originaria de Colombia, forma parte de un colectivo de artistas llamado “En ningún lugar”. En Querétaro tiene apenas un año, trabaja para sacar el arte a la calle y ponerlo al alcance de toda la sociedad.

Eliana entrena con tres mujeres. Realizan ejercicios físicos a un costado de Plaza de Armas. Las rutinas son seguidas a la distancia con miradas de los queretanos que se preguntan qué hacen las cuatro chicas.

A pesar del frío y el cielo cerrado, las cuatro mujeres no se detienen. Se mueven de un lado a otro, siguen las instrucciones de Eliana, se coordinan entre ellas y cuando terminan una rutina hacen comentarios entre ellas.

Eliana, de 26 años, explica que “En ningún lugar” se define como un espacio para el desarrollo de distintos proyectos que tienen que ver con la investigación, creación, formación y difusión de arte, principalmente de las que son escénicas.

Señala que deciden sacar la danza y otras artes de las aulas porque notaron que la gente no podía acceder a estos sitios y deciden apodararse de las mismas, “Porque también creemos que como seres humanos necesitamos conocer el entorno y cómo participar y relacionarnos con él. Empezamos a entrenar en la calle, usar estructuras, bancas y árboles”.

Con esta dinámica tienen un año y la respuesta de la gente ha sido positiva, pues les preguntan qué hacen, pero no se animan a ingresar. Considera que quizá los queretanos tengan miedo a integrarse a actividades que por lo regular no se llevan a cabo en las plazas y jardines.

Eliana dice que estudió danza contemporánea en la Escuela Profesional de Danza de Mazatlán. Indica que Querétaro es un estado muy bonito, pero que le falta mucha apertura e ingresar a estos espacios de arte.

“México es un país muy rico, culturalmente y en las artes. En Colombia sólo hay tres ciudades fuertes, en donde existe la carrera o técnico en danza, pero no hay muchas opciones, por eso vine aquí a estudiar. La escuela que está en Mazatlán, la dirige una compañía que se llama Delfos, es muy famosa en América Latina”, dice.

Narra que supo de la escuela por amigos, en Tijuana, Baja California, donde hay una compañía llamada Lux boreal, egresados le recomendaron para hacer la audición e ingresó a la Escuela Profesional de Danza.

Eliana precisa que es originaria de la ciudad de Tunja, de donde partió a México hace ocho años, con el propósito de estudiar danza. En su viaje su familia siempre la apoyó pues incluso la ayudaron a llegar al país.

Mientras charla no deja de observar a su grupo, para verificar que hagan sus ejercicios de manera adecuada y no paren. Poco a poco su respiración, agitada en un principio, retoma su ritmo normal. Con voz suave, la joven colombiana afirma que existe mucho amarillismo en torno a ciertas ciudades y estados del país, pues no son tan peligrosos como se cree.

Considera que en esas zonas se viven situaciones difíciles: “Tampoco es que no pase nada, pero al mismo tiempo hay mucha riqueza en esos aspectos. En lo personal no me ha pasado nada extraño, ni en Tijuana ni en Mazatlán, ni aquí en Querétaro”.

Se siente muy bien viviendo en México, aunque al inicio le costó trabajo adaptarse a la comida, pues no estaba acostumbrada al picante, pero luego, con el tiempo, “Le agarró el gusto” y ahora confiesa que entre sus platillos favoritos están el mole y el pozole.

Eliana explica que a pesar de ser de otra nación latinoamericana, tardó en adaptarse a la forma de ser de los mexicanos.

“El comportamiento es distinto. En Colombia la gente es más ruda, la manera de hablar es otra, son muy amable, pero tienen un carácter un poco más fuerte. Aquí siempre me decían cosas como ‘no me regañes’, ‘estás enojada’. A lo que decía que no, es que así hablo, pero aquí son muy amigables los mexicanos”, sostiene.

Pese a ello, nunca tuvo mayores problemas, ya que empatizó desde el principio con la cultura mexicana y la gente. Sobre el clima queretano, dice que es similar al de la ciudad de Bogotá, por la mañana es caluroso y en la tarde puede llover mucho.

Como muchos ciudadanos de otros países, Eliana señala que lo que más extraña es a su familia, sus padres y sus dos hermanos.

Llega la hora de irse, sus ocupaciones la llaman y la clase en Plaza de Armas debe de continuar. Se da tiempo para hablar de sus planes a futuro y de cómo concibe su vida a corto plazo: “En el futuro (quiero) seguir bailando, generando proyectos, aportando sobre todo a la formación, me gusta mucho enseñar”, puntualiza.

Antes de partir, muestra en uno de los andadores sus habilidades en danza. De figura esbelta, ejecuta pasos con habilidad y ligereza, llama la atención de propios y extraños.

Eliana junto con las tres alumnas, entre quienes se encuentra María Paula Pérez, de 24 años, toman unas bicicletas recargadas en un árbol que son el medio de transporte en el cual se retiran del lugar, al que en unos días volverán, para una nueva rutina que llame la atención, que inspire y despierte la curiosidad de los ciudadanos que las vean ejecutando sus ejercicios.

Google News

TEMAS RELACIONADOS