Mahmoud Aly Khalil Rabah y Anel López Moreno tienen ocho años de casados, la mitad de los cuales los han vivido en Querétaro. Ella, de Guadalajara, Jalisco, y él de Palestina, han encontrado en el estado un oasis de paz y calidad de vida para sus dos pequeños hijos, Aly y Karim.
Aly cuida a Aly, el más pequeño de sus hijos, mientras atiende en “Arte Arabia”, su negocio, una isla en el tradicional Pasaje de Llata, en el centro de la ciudad, donde vende productos de medio oriente, que van desde pashminas, cosméticos, lámparas, shishas, incienso, entre otros productos.
Anel llega poco tiempo después, con Karim, el mayor de los hijos de la joven pareja. La mujer explica que nació en Guadalajara, pero por muchos años radicó en León, Guanajuato, porque ahí está toda su familia, pero desde hace cuatro años vive en Querétaro.
“Nos motivó venirnos a vivir acá porque es muy seguro, hay mucho comercio, la gente es muy honesta, es sincera, es educada, tiene mucha formación cultural. Mis hijos van a crecer con una formación cultural mejor que la de Guanajuato, y nosotros lo que queremos es trabajar y tener un buen futuro”, abunda.
Anel atiende a dos clientes que llegan a su negocio. Las personas preguntan por las lámparas, finamente elaboradas en metal y cristal, piezas de cultura de una región lejana.
Después de que los clientes se marchan con inciensos y otros artículos, Anel comenta que en Querétaro todo se les fue dando muy bien, pues la gente los recibió de buena manera, ya que en el estado los ciudadanos son educados, incluso para manejar, y en el apoyo que puedan dar, lo que no pasa en otros estados.
Negocio próspero
Su negocio es de reciente creación, apenas en enero comenzaron con el proyecto, pero en estos meses les ha ido bien, dicen.
Anel, además de apoyar en el negocio, es abogada y trabaja para el Servicio Nacional de Empleo, dando clases para el área administrativa, y brinda cursos a las personas que le asignan. “Nosotros pusimos este negocio, y bendito Dios en pocos meses nos ha ido muy bien”, añade.
Señala que a Aly le costó un poco adaptarse a la forma de ser de los mexicanos, pero a lo largo de los años se adaptó bastante bien, pues en menos de un año logró dominar el idioma.
Agrega que las diferencias de costumbres no han sido obstáculos para su relación, pues opina que mientras los dos quieran estar juntos, no hay barreras para llevar por buen camino el matrimonio.
“Para mí fue muy sencillo, verlo rezar el salah cinco veces al día, el que me quitara a mi la costumbre de comer cerdo, porque ya no se come cerdo en mi casa desde hace ocho años. Me enseñó cosas bonitas, tienen una cultura muy bonita, es muy tradicionalista, a mí me ha enseñado muchas cosas, a mi familia le ha enseñado muchas cosas. Llevamos ocho años de casados”, precisa.
Anel se convirtió al Islam hace tres años, religión que profesa su esposo Aly, lo que para ella no fue complicado.
“Yo no uso el hiyab, pero rezo, hago salah, respeto sus costumbres y tradiciones. Soy musulmana porque lo elegí yo”, subraya. Anel ve de manera positiva el futuro, pues considera que el negocio marcha bien y espera, junto con Aly, abrir un par de sucursales de su negocio en unos años más.
Aly, por su parte, apunta que el estado de Querétaro es una ciudad buena para vivir, con buenos servicios y con seguridad, algo que en otros lados no se puede disfrutar.
Narra que cuando llegó a México estuvo en León, Guanajuato, pero por desgracia, señala, la ciudad ha crecido mucho y los problemas de seguridad comenzaron a aumentar, siendo el factor más importante para mudarse de ahí.
Antes, Aly vivió en El Cairo, Egipto, ciudad que califica de maravillosa, con gente culta y amable, luego llegó a México.
Apunta que la cultura mexicana es similar a la árabe, pues las gente es amable con sus semejantes, caso contrario con otros pueblos.
Huyó de los conflictos
A El Cairo, explica, llegó para alejarse de los conflictos con Israel, lo que pasó factura, ya que perdió a su madre y un hermano por esos problemas.
En México, comenta, lo más complicado fue adaptarse a la comida, pues el exceso de picante le cayó mal a su estómago en un principio, por lo que decidió hacerse su propia comida, aunque con los años ya sabe dónde comer y que no le pongan tanto picante a los platillos.
Sobre la adaptación, dice que en un inicio encontró ciertas resistencias, pues algunos miembros de la familia de Anel pensaban que sólo estaría en México unos meses y se iría, o tenían ciertos prejuicios por ser musulmán y extranjero.
“Pero no pasó eso. Nos ayudaron mucho. Ella (Anel) está siempre a mi lado, me está ayudando. Si no estuviera ella no me hubiera quedado en México tanto tiempo”, subraya el ahora queretano por elección .
Sobre los productos de su negocio, señala que le ha ido muy bien, pues en Querétaro hay mucha gente culta y conocedora, que busca las artesanías de medio oriente.
“La gente los busca como adornos, hay cosméticos, que son productos naturales que les sirven a ellos, los conocen”.
Contacto con sus raíces
Apunta que él es el único palestino en Querétaro, y en todo México son tres, manteniéndose en contacto a través de redes sociales como Facebook y Whatsapp, pues uno vive en Aguascalientes, otro en Monterrey y él, más al sur.
“El palestino tiene el pensamiento en dos regiones: Canadá-Estados Unidos y Europa. Tienen mal entendido a México como país, creen que es la mafia, es peligro, un país donde hay pobreza, es una idea muy equivocada, si fuera así, me hubiera ido desde el primer mes, pero llevo ocho años aquí. Es un país maravilloso en todos los sentidos. Espero vivir aquí hasta el último día de mi vida”, enfatiza.
Los clientes llegan con frecuencia al negocio de Aly y Anel, atraídos por la belleza visual de los productos que vende la pareja de jóvenes, que se han adaptado a Querétaro y en el caso de Aly al país y a las costumbres.
Aly recibe a unos amigos, es viernes y es el día más importante para los musulmanes. En unos minutos se dirigirán a su mezquita, para luego seguir con sus actividades, como todas las familias queretanas.