Daniel Alberto Guzmán Villalobos, es un “tico” que lleva poco más de seis años de radicar en Querétaro. Se trasladó al estado por sus estudios, ya que obtuvo una beca para estudiar en el Tecnológico de Monterrey, campus Querétaro.
Apenas en el mes de mayo, culminó su carrera de ingeniería en biotecnología y ahora se encuentra colaborando en un equipo de investigación de la UNAM campus Juriquilla, donde acude cada vez que se realizan protocolos de investigación.
Daniel afirma que su estancia en Querétaro le ha gustado, principalmente, por la tranquilidad y la calidad de vida que considera que tiene la ciudad. El Centro Histórico es de los lugares que más disfruta debido a que la arquitectura, los sitios históricos y el estilo colonial, se ven muy poco en su natal Costa Rica.
“Había investigado un poco, pero la verdad es una ciudad muy bonita, me gusta mucho precisamente porque comparándola con otras ciudades en general, la mayor parte es muy bonita, tranquila; de los lugares que más me gustan es el centro, porque a final de cuentas es algo que no tenemos en Costa Rica; sí hay un montón de cosas allá pero son muy pocos los edificios y los sitios que conservan ese arraigo a la historia”, comenta.
Parte de las vivencias que le tocó experimentar a Daniel, han sido en compañía del equipo de atletismo al que perteneció desde que entró al tecnológico. Además de entrenar y competir, estableció una relación con sus compañeros que ha permanecido en toda su estancia. Incluso, hace unos días, regresó a entrenar con algunos de ellos, pero después de dos meses y de no ejercitarse ya no podía ni sentarse.
“Lo que más me ha gustado ahora que he estado en la universidad, fue cuando estaba en el equipo de atletismo, fue una buena experiencia el estar en un representativo, acudiendo a competencias, convivir con gente de otras universidades, descubrí una pasión que me veo haciendo toda mi vida. Quiero mucho al equipo completo, a lo largo de todo el tiempo que estuve en la carrera logré entablar amistades muy buenas”, dice.
Desde que llegó a Querétaro, Daniel ha estado sin su familia, ya que sus papás viven y trabajan en Panamá, en donde él residió durante cinco años, antes de ganarse la beca para vivir en la entidad.
En 2012, cuando Daniel llegó a Querétaro a estudiar, lo que más le impactó fue el clima y la cuestión geográfica. En su país y en Panamá, donde vivió los últimos años, el clima era tropical, llovía la mayor parte del año y casi siempre vestía zapatos altos y no olvidaba su paraguas para protegerse de las precipitaciones pluviales. Al momento de pisar Querétaro, le sorprendió ver un clima que es ajeno a su lugar de origen, no obstante, conservan algunas similitudes.
“Es un ambiente algo diferente a lo que está en casa, la verdad es que en Costa Rica estás acostumbrado mucho a que está muy verde, en general el ambiente es muy tropical, hay de todos los climas en donde yo vivo, en San José. Es un clima fresco parecido aquí, es diferente el ambiente, es mucho más húmedo”, relata.
Durante su estancia en el estado, Daniel ha visitado Ezequiel Montes, San Juan del Río y Tequisquiapan; sin embargo, no ha podido acudir a la Sierra Gorda queretana. En cuanto a su estadía en el estado, comenta que debido a las oportunidades laborales sobre su carrera, surgen en lugares como la Ciudad de México o en Estados Unidos, por lo que ya ha contemplado mudarse, aunque por el momento continuará en la entidad.
“Estoy considerando, no porque no quiera seguir viviendo aquí sino por las oportunidades laborales, a lo mejor me voy a la Ciudad de México, me gustaría seguir trabajando un poco en la industria, ganar un poco de experiencia y a partir de ahí aplicar para un programa de maestría o doctorado, eso sería en otro país”, explica.
Daniel guarda en su memoria el momento en que llegó. Comenta que el 2 de enero de 2012, recuerda que tomó un taxi de la terminal de autobuses hacia su nueva casa, en las inmediaciones del Tec de Monterrey, atravesar la avenida Bernardo Quintana, que no era problema. Hoy, la llegada de cientos de personas se refleja en la congestión de vialidades.
Considera que la situación de debe a la cantidad de empresas que se han instalado en la entidad y el desarrollo económico que se ha producido en Querétaro. Lo que para él ha sido de forma tangible fue el programa de talentos en la institución donde estudió, del cual cada semestre llegaban entre 200 y 300 personas de distintas nacionalidades y muchos de ellos ya no regresan a sus lugares de origen.
“La cantidad de gente que se ha venido por el desarrollo tan grande que tiene la ciudad es inmenso. Particularmente el Tecnológico de Monterrey cuenta con un programa de captación de talentos muy grande para alumnos del resto de Latinoamérica y de ahí el sistema de intercambios que tiene con todo el mundo igual es grandísimo. Es impresionante ver como en todos los semestres [casi] 300 personas de diferentes países y de todos los continentes, y aparte cómo en todos los semestres llega gente de Latinoamérica”, expresa.
Según la experiencia de Daniel, quien ha vivido en varios países, el desarrollo que tiene Querétaro, es similar a la situación que vivió cuando estuvo con sus padres en Panamá, en donde también parte de la economía le permitió conocer diversas personas de otras nacionalidades, quienes llegaban por la oferta laboral.
“La verdad es que ver la cantidad de empresas que están llegando y el crecimiento que está teniendo la ciudad, siempre va jalar gente de otros lugares, es algo muy parecido a lo que pasa en Panamá, con el crecimiento económico que ha tenido, es una situación similar. Cuando estaba en la secundaria y la preparatoria tenía amigos de Colombia, Estados Unidos, Ecuador, Bolivia; por eso es muy interesante esta cuestión de las economías emergentes”, refiere.
Hace un año, Daniel Guzmán se encontró un nuevo restaurante en Juriquilla. Se enteró que el lugar era administrado por un “tico” y su esposa es mexicana. Cada vez que puede acude a comer la gastronomía típica de su país, porque en Querétaro se encuentran personas de toda Latinoamérica, menos de Costa Rica, por lo que al menos ese lugar es una parte de su patria.
“La verdad es que de entrada somos muy poquitos ‘ticos’, pero hace un año abrieron un restaurante en Juriquilla que se llama Fusión Latina donde el dueño es un “tico” justamente; me encanta ir a cada rato porque la esposa [del dueño] es mexicana pero vivió varios años en Costa Rica y aprendió a cocinar muy bien. La verdad ha sido una parada obligatoria una vez al mes”, expresa.