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Querétaro ha sido una tierra de oportunidades para Stephanie Fernández, quien ha vivido aquí desde noviembre del año pasado, al dejar atrás su natal Venezuela. Apartarse de su familia, y la vida que conocía no fue fácil, pero no se arrepiente de esa decisión, e incluso planea traer a sus papás para que puedan tener una mejor calidad de vida.
La decisión
El Jardín Guerrero es el escenario donde Stephanie cuenta a EL UNIVERSAL Querétaro que antes del año pasado ella no tenía pensado irse de su país, pero la actual situación, y el que su hermana llegara antes a la capital queretana, la impulsaron a tomar la decisión de la que no se arrepiente.
“No tenía pensado irme del país, me vine por toda la situación [que atraviesa Venezuela], y mi hermana se vino antes con mi cuñado acá a Querétaro, por eso decidí estar con ella(…). Los abuelos del cuñado son mexicanos, vino para acá, sacó su residencia, vino mi hermana y se casaron acá”.
El trámite para que pudiera venir a México no fue difícil porque consiguió una oferta laboral de una empresa, pero ahora está iniciando su propio negocio con la que fue una de sus primeras amigas al llegar a Querétaro.
“En Venezuela trabajaba en una fábrica de chocolates en el área de ventas, pero la colocación de productos costaba cada vez más trabajo, era muy caro para las tiendas poder adquirir o hacer pedidos, porque los mismos clientes no tenían dinero suficiente para comprar esta golosina; por eso, y antes de que hubiera recorte de personal, o la empresa cerrara decidí irme”.
Para poder trabajar en Querétaro, Stephanie tuvo que pagar los impuestos de la visa de trabajo, que son alrededor de 3 mil pesos, y ahora está haciendo el trámite para renovarla y poder quedarse otro año.
“Es una decisión muy difícil, decir me vengo y dejo todo atrás, porque allá están mis papás y mi abuela; muchos de mis primos también se fueron del país. Tomar la decisión de empezar desde cero es difícil, porque nadie te conoce; en cambio, allá tienes una carrera, una trayectoria, amigos, todo”.
Calidad de vida
La seguridad es otras de las razones por las que Stephanie se siente bien en Querétaro, asegura que puede andar en el transporte público sin temor a que le arrebaten su celular o que se suba alguna persona y asalte a todos los pasajeros.
Los últimos meses que estuvo en Venezuela, describe que se vivía una situación de incertidumbre al no saber si iban a poder comprar algo tan básico como un refresco, ya que los precios cambian sin previo aviso debido a la inflación y la devaluación.
“La seguridad aquí está súper bien (…). En cuestión de semanas pierdes la noción de lo que pasó, la inflación y devaluación es tan grande que ahora me dicen el precio de un refresco y ni sé de cuántos millones de bolívares me están hablando (…). Es un tema de calidad de vida, tengo una carrera y no me alcanzaba el dinero para vivir sola o para rentar con alguien, es muy complicado, tu estilo de vida cambia completamente”, reconoce.
Ir de visita
Stephanie reconoce que por el momento no tiene planes de ir a su país, pero espera poder traer a sus padres en diciembre, para que ellos pasen un tiempo sin preocuparse de lo que van a comer o si van a encontrar los alimentos suficientes en el supermercado o en las tiendas.
“Es más fácil traer a mis padres para que se despejen, vean otra realidad, y no estén en la ansiedad y atemorizados, acá en el autobús puedes sacar el teléfono sin miedo, en Venezuela no puedes sacar el celular en el transporte porque se montan y atracan a todos, pues mejor que vengan para acá”, externa mientras la gente en el Jardín Guerrero va y viene sin preocupación.
Para que sus papás puedan estar en el país y en el estado de forma definitiva, tendría que buscarles un trabajo y conseguir todo el papeleo para hacerlo de forma legal; si vienen de visita sólo deben pagar los pasajes de avión que tienen un costo aproximado de entre 800 y 900 dólares.
Otra forma en la que sus papás o cualquier otra persona de Venezuela puede ingresar a México es solicitar refugio humanitario, el trámite dura seis meses, y sólo se tiene que pagar los impuestos, es la misma cantidad que por la visa de trabajo, 3 mil 500 pesos.
“Si el Instituto Nacional de Migración (INM) te lo aprueba te dan una visa temporal o permanente, pero durante los seis meses que dura el trámite requieres tener ingresos o ahorros para subsistir”, dice Stephanie. Asegura que hay varios miembros de su familia que están haciendo este trámite.
Bienvenida
Stephanie se siente muy bien en Querétaro, y asegura que los extranjeros son bienvenidos por los habitantes de la capital, además de que en las empresas los valoran por el talento y la experiencia que tienen.
“Aquí a los extranjeros los valoran y valoran el talento que tienen, yo donde llegué a trabajar fueron muy receptivos y no les importó que fuera de otro lado; ha sido un lugar donde las oportunidades se dan mucho más fácil, dejas de trabajar en una empresa y te puedes colocar mucho más rápido en otra empresa”, manifiesta con voz animosa.
Para ella, acoplarse al estilo de vida en Querétaro no fue tan difícil porque encontró personas que desde su llegada le ofrecieron una mano amiga; y aunque en Venezuela están sus raíces, no se arrepiente de haberla dejado, sobre todo, porque no sabe en cuánto tiempo mejorará la situación del país sudamericano.
“La situación de Venezuela no sé en cuánto tiempo vaya a mejorar, quisiera volver, pero una vez que haces una vida acá es empezar de cero si te devuelves, yo creo que llega un punto en el que te quieres estabilizar(…). Estar acá es una oportunidad muy buena, dar el todo por el todo, estoy invirtiendo todo y apostándole, y estoy recibiendo muchos frutos sobre eso”, señala.
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