Bajo el lema de improvisar, Jessica, de México, y María, de España, decidieron recorrer el sur de México en una combi setentera que acondicionaron como su casa.
Aseguran que la ruta puede ir cambiando y en algún impulso llegarían hasta Centro o Sudamérica; además, para completar la familia, adoptaron una perrita que han llamado Blika, quien las acompaña en cada nueva aventura sobre ruedas.
En este recorrido sin rumbo fijo, pero siempre con un destino nuevo por descubrir, pasaron por Querétaro, donde un mecánico hizo algunos ajustes al viejo pero renovado automotor.
Historia de Jessica y María
Ellas se conocieron en Medellín, Colombia, en un intercambio académico, coincidieron en el mismo semestre y, al término, cada quien regresó a su país para finalizar sus estudios, María concluyó un poco antes y decidió llegar a México.
“Primero estuvimos viajando un poco por España y Europa, porque a ella [Jessica] le dieron otra beca, aprovechamos y siempre nos ha gustado mucho viajar, nos conocimos viajando, de ahí decidí irme a México, porque en España tampoco encontraba trabajo”, cuenta María en forma resumida.
Además, cruzaron Portugal de punta a punta en modo mochilero: acampaban en la playa y veían el estacionamiento lleno de furgonetas y se imaginaban ellas viajando así.
“Hicimos un viaje de mochileras por Portugal en 2018 y nos dimos cuenta que había mucha gente viajando en furgoneta, le metían lo que fuera, cada quien a lo que le deba el bolsillo, y como siempre nos parábamos en playa y acampábamos, siempre decíamos ‘ojalá nosotros algún día lo hagamos’”, recuerda.
Una Eva con motor
La combi, a la cual han nombrado Eva, fue rescatada de un dehuesadero en el Estado de México, y según María les dijeron que era “la aguja en el pajar”, ya que el “cascaron” estaba en buenas condiciones y tenía un motor todavía en uso.
“Llevamos dos años desde que la compramos, desde ahí [nos ocupamos en] arreglar el motor, camperizar, buscar quién les iba a ayudar [a los mecánicos] y encontrar a las personas correctas o no tan correctas”, agrega María.
Lo anterior se logró gracias a colaboraciones, ya que el dinero que ambas tenían ahorrado no era suficiente para integrar todo lo que les interesaba tener para lograr la llamada vanlife.
“Nos enamoramos desde la primera vez y dijimos ésta es la nuestra, se llama Eva.
“El cascaron estaba completo y no tenía mucho óxido, usamos el motor que tenía la combi, pero le pusimos mucha pieza nueva, porque llevaba mucho tiempo parado y aún así seguimos metiéndole cosas, porque con este auto nunca se termina”, replica Jessica.
Reconocen que la idea inicial para viajar no era hacerlo a bordo de una combi, incluso era la última opción, pero de nuevo, por el presupuesto con el que contaban, este clásico fue la opción más viable, ya que las refacciones no son tan caras, además hay una amplia comunidad de este tipo de furgonetas en todo México.
La combi, aseguran, tiene cierto encanto y atrae gente, en cambio cualquier furgoneta blanca o de cualquier otra marca, pasa desapercibida.
Los gastos de gasolina, mecánicos y alimentación los solventan; Jessica lo hace trabajando de manera remota, y María generando proyectos de marketing para empresas, por lo que tienen la flexibilidad de trabajar desde cualquier sitio donde tengan internet. Siempre han dormido en la combi y esto es para evitar gastos de hospedaje, además, se aseguraron que el colchón fuera cómodo, también cuentan con una cocineta, muebles para ropa y una alacena.
Ddebajo de la cama va en una parte la instalación eléctrica, y otra es para más almacenamiento, además tiene panel solar, lleva un refri y una garrafa de agua con ducha.
María y Jessica explican que en el poco tiempo que llevan viajando han tenido buenas experiencias, una que recuerdan es cuando se quedaron paradas en una carretera y una gran cantidad de personas se detuvieron a auxiliarlas.
“Delante de nosotros se descompuso otro auto y los dueños de ese auto se quedaron solos y con nosotros se acercaron cinco personas para ayudarnos, ahí vimos la magia que tienen las combis y Volkswagen”, confirman.
Blika
Y no por ser mencionada al último es menos importante: Blika, el miembro peludo de la familia, fue adoptada luego de haber sido encontrada con otros seis hermanos abandonados en la calle por alguna asociación animalista, ahora tiene año y medio, pero aseguran sigue siendo una cachorrita. “Ella es más aventurera, se avienta al agua, se mete a charcos, se ha adaptado muy bien al viaje, ya sabe que es su casa, cualquier cosa que pasa ya sabe que la combi es su refugio, es la aventurera del viaje”, asegura Jessica.
En su paso por el estado de Querétaro visitaron la Peña de Bernal, no saben si regresarán, aunque aseguran, les gustó mucho la entidad, y como afirman desde un principio, todos los días improvisan.
Ellas están en redes sociales como “Equipo Barrita”, donde sus seguidores pueden mantenerse al tanto de su trayecto.
“El punto final no sabemos cuál es, nuestra palabra a partir de ahora es improvisar y salimos hace poco más de un mes y queremos llegar al sur, Yucatán, Quintana Roo, Chiapas y Oaxaca, queremos ir por ahí y quién sabe, a lo mejor luego Latinoamérica”, refieren.