Cuando tenía siete años mi padre me llevó a trabajar. Tenía una tienda de telas y ahí empecé a trabajar”, recuerda Taleb, libanés de origen, pero asentado en México desde hace 25 años, y quien desde aquel lejano día de su infancia sigue comerciando.
Taleb muestra la ropa importada desde Medio Oriente a dos mujeres, quienes observan con atención las prendas que el hombre quiere venderles.
Señala que es padre de tres hijos y está casado con una mexicana. “Yo estaba viviendo en Estados Unidos, pero no me gusta. Me gusta más el movimiento. En Estados Unidos vivía solito. Me gusta el movimiento de gente, ir, regresar, hacer”, indica.
En los locales del bazar se pueden encontrar desde muebles tallados finamente en madera, hasta ropa, pasando por perfumes y maquillajes de hena. También se pueden encontrar inciensos, joyería, y piezas ornamentales.
Taleb habla con orgullo de su tierra y de Medio Oriente. Recuerda que Damasco, en Siria, tiene al menos seis mil años, siendo una de las ciudades más antiguas en la historia de la humanidad.
También recuerda la influencia del mundo árabe en la cultura, luego de siete siglos de asentamientos árabes en la Península Ibérica. Ese tiempo influyó en la cultura, desde el idioma hasta la arquitectura, pasando por las ciencias y las artes. De hecho, el nombre que dieron los musulmanes a la península fue Al Ándalus.
El hombre no pierde de vista a las personas cuando entran. Le dice a un empleado que no deje solos a los clientes, que les pregunte qué necesitan y esté atento a lo que piden.
La música árabe acompaña las palabras de Taleb, radicado en la Ciudad de México, donde tiene sus locales comerciales, pero este año decidió hacer una exposición de Medio Oriente en Querétaro por primera vez, aunque reconoce que la plazuela Mariano de las Casas no fue el mejor lugar porque no llega mucha gente hasta ese sitio. La mayoría de los visitantes suelen quedarse en el jardín Guerrero o el Zenea, al igual que en Plaza de Armas.
“Llega gente, pero necesitamos meter volantes, hacer anuncios para que llegara más gente”, señala, al tiempo que apunta que son cinco los países que participaron en este evento: Siria, Líbano, Egipto, Paquistán, India, así como el continente africano.
Taleb recorre los puestos. Dice que también se sumaría un comerciante egipcio, pero que un empleado tiró una pieza que se rompió, lo que fue interpretado como un mal augurio, por lo que declinó participar.
Llaman la atención una parvada de patitos que caminan en los alrededores de la puerta del bazar. Son pastoreados de vez en cuando por algunos de los comerciantes, quienes los vigilan a la distancia. Las pequeñas aves son la sensación entre algunas de las personas que se acercan. No falta quien aprovecha para fotografiar a los patitos que se acurrucan en el piso, en busca de calentarse con los rayos del sol.
Aunque el número de personas que visitan el bazar no es abrumador, el flujo de potenciales clientes es intenso por momentos.
Se acercan y ven con curiosidad y admiración los muebles. Biombos, mesas, cofres, sillas, burós, llaman la atención de quienes se acercan. Preguntan los precios. Taleb ofrece descuentos para que los clientes se convenzan y llevan la mercancía que, dice en tono de broma, no quiere cargar de regreso hasta la Ciudad de México.
Taleb agrega que los productos de Medio Oriente son bien recibidos por los clientes mexicanos y queretanos que aprecian el valor estético del arte de los países que conforman esa parte del mundo.