Hace dos semanas publiqué una imagen de un detalle la fuente de los perros, ubicada en la plaza de Armas, hablando de símbolos y patrimonio que está muy al alcance de nosotros. Mencionaba la importancia que tiene el conservar en la memoria de las generaciones venideras, el testimonio de mujeres y hombres que dejaron un legado en favor de esta entidad y de la manera como a través de algunas obras de arte preservamos su nombre y su recuerdo.
Hoy hablo de nuevo de Don Juan Antonio de Urrutia y Arana quien fue inmortalizado en esta figura de cantera, la primera dedicada a él en vida y colocada en el estante de la huerta del convento de la Cruz en el año de 1735. Muestra también, al parecer, el afán de la destrucción de las balas de cañón que intentaron borrar la memoria, sin lograrlo, aunque también crearon un recuerdo de los momentos duros que nuestra gente vivió en años difíciles.
Sabedores de ello, hay temporadas donde los árboles que le rodean florecen y parecen rendir un homenaje lleno de gratitud a quien trajo el agua, indispensable siempre en una comunidad como la nuestra, en el Querétaro nuevo que deseamos conservar.