El pasado 17 de abril, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación determinó que Ricardo Anaya Cortés no tenía ningún impedimento legal para ser candidato pluripanista al Senado. Morena impugnó sin conseguir nada. Al día siguiente, Claudia Sheinbaum, en su conferencia de prensa, calificó a Anaya Cortés de prófugo de la justicia, y preguntó:

¿Por qué el Tribunal le quitó la candidatura a Francisco G. Cabeza de Vaca (exgobernador de Tamaulipas) y a Ricardo que tiene denuncias…no?

La visión que tiene la presidenta electa sobre el queretano, no es un asunto menor. Es un tema muy delicado. Un estigma sexenal.

Ricardo Anaya, primero sentenció su futuro político, cuando en el último debate indicó que su primer acto de gobierno sería meter a Andrés Manuel a la cárcel, y luego se enterró, cuando perdió por 17.5 millones de votos (2.3 a 1).

En 2020 Emilio Lozoya, exdirector convicto de Pemex, acusó a Anaya de recibir 6.8 mdp por aprobar la Reforma Energética de Peña Nieto.

La FGR le inició una investigación por: soborno, lavado de dinero, cohecho y a asociación delictuosa. El viernes 23 de agosto recibió en su casa un citatorio para comparecer, y ese mismo fin de semana se fue a Estados Unidos.

“… me exilio, para seguir luchando”, dijo en X.

Es cierto, Ricardo tiene algunas averiguaciones en su contra (2 o 3, dicen sus cercanos), pero ninguna orden de aprehensión; aunque tampoco cumplió un acuerdo reparatorio del daño. Tiene a su favor, que una orden de aprehensión prescribe a los 5 años.

En el mismo estatus estaba Rosario Robles. Le falsificaron una licencia, y la encarcelaron 3 años.

A los 24 años de edad, Ricardo deslumbró a su padrino político Francisco Garrido; que le encargó la cartera de los jóvenes cuando fue alcalde, y como gobernador lo convirtió en su Super-secretario particular.

De 2003 a 2009, el entonces “Joven Maravilla” se convirtió en el funcionario más influyente. Paco le dio todo. Una cartera de mIL mdp para regalar materiales de construcción en las zonas marginadas; y luego, la dirección general de las campañas políticas en 2009.

Capitaneó una pésima estrategia, que hundió en la derrota, la tibieza de Manuel González Valle. Lo sacudió una gran campaña de Pepe Calzada, y lo mató su soberbia. Lo aterró la derrota; y culpó de ella a su padrino y jefe Garrido. Lo traicionó.

Atropelló a Madero para hacerse del CEN del PAN, y se peleó con el expresidente Calderón (que le había dado una Subsecretaria federal en Turismo), cuando obligó a Margarita Zavala a salir del partido. Es un conductor rudo; cuando él maneja, atropella.

Ricardo ¿tiene muchos pendientes (cuentas) por solucionar? Sí.

El primero, su entrada a México: Caminando, en auto, en avión o por un túnel, me dice uno de sus amigos. Luego al poder federal, que lo ve como un enemigo incómodo.

Y después, a los rivales que construyó en su tierra.

Ya le advirtió Pancho Domínguez que, a Querétaro, sólo venga de vacaciones y no a buscar la candidatura del 27; o lo enfrentará “en el debate, en la calle… donde quiera”, asegura el médico veterinario.

Ricardo Anaya es brillante, pero para brincar (incluido el Río Bravo), tendrá que demostrar que, de verdad, es inteligente. Que en el exilio maduró. Porque hasta hoy, su historia lo condena.

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