Hoy concluye un año más, y es inevitable tener un momento de reflexión, evaluar los objetivos cumplidos, los pendientes, y los retos que nos depara el año próximo.

En cierta manera, concluir un año nos permite hacer un corte de caja o evaluación. Aunque la continuidad del tiempo persiste, la noción de que algo termina y damos paso a nuevas oportunidades es inevitable y revitalizante. Aquellos propósitos que quedaron en el tintero podemos retomarlos y, con nueva estrategia y visión, hacerlos realidad.

Como país tenemos grandes retos por delante y viviremos nuevas experiencias. Por ejemplo, la llegada de una mujer a la Presidencia de la República nos puede dar un nuevo panorama en la forma de dirigir el país; sin embargo, el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca puede ser un factor que complique mucho el contexto. Será importante tener bien definidas las estrategias que se aplicarán en la relación bilateral y el cómo afrontar las amenazas del próximo presidente de la Unión Americana.

En cuanto a la política interna, será tiempo de replantear la democracia y la forma de hacer política. La eliminación de los contrapesos, sobre todo en el Congreso federal y la imposición de una sola fuerza política es algo que, desde la ciudadanía, debe ser atemperado. No es sano para el país que todas las decisiones trascendentales recaigan en unas cuantas manos.

Por otro lado, la persistencia de la violencia y la inseguridad nos mantendrá en alerta. Las carencias y recortes presupuestales en sectores estratégicos como la salud, la educación, el campo, el cuidado al medio ambiente, la cultura, el deporte, entre otros, serán grandes retos cuyos efectos aún no podemos visualizar.

Así, el 2025 será un año de grandes desafíos, pero también grandes expectativas. Cada uno de nosotros, que conformamos este gran país, daremos todo nuestro esfuerzo y capacidad en seguir adelante, en poner nuestro “granito de arena” y lograr grandes objetivos.

Por eso, en estas fechas, es un gran momento para valorar lo que tenemos, abrazar a nuestros seres queridos, recordar con cariño a quienes se nos adelantaron y sembrar proyectos para después cosechar éxitos.

A mis amigas y amigos de EL UNIVERSAL y a todas y todos los que cada semana me leen, les agradezco mucho su confianza y el espacio que me brindan en sus corazones. Les deseo que el próximo año llegue cargado de mucha salud, alegría y bienestar. Es un nuevo comienzo, y lo debemos aprovechar. ¡Felices fiestas!

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