Ayer, Donald Trump se convirtió formalmente en el 47 presidente de los Estados Unidos de América. Hace más de dos años, cuando se planteó su regreso a la Casa Blanca, ese escenario se veía absurdo y distante.

¿Cómo una persona de sus características, soberbio, arrogante, disrruptor, que incluso estuvo detrás del asalto al capitolio, que enfrentaba múltiples cargos judiciales y acusaciones públicamente conocidas, podría pensar en contender por la presidencia del país más importante del mundo? Pues sí, frente a todos los pronósticos y todo lo pensado, este polémico personaje recuperó el poder.

En todo el mundo está teniendo gran auge el populismo y las tendencias proteccionistas. Donald Trump es solo el reflejo del nuevo modelo político imperante en el último cuarto de siglo. Líderes carismáticos, altaneros, que prometen cambios radicales a problemas tradicionales, es la tendencia en el globo. El regreso de este personaje a la máxima magistratura de la unión americana dejará mucho que pensar a politólogos, sociólogos y especialistas en comunicación política. Sin embargo, a primera vista, nos refleja claramente el mundo en el que vivimos y los deseos que hoy mueven a millones de personas y electores.

El caso de Donald Trump es un claro ejemplo de que en la historia nada está escrito y mucho menos en política. Que nada ni nadie está derrotado o muerto, y que todo puede pasar. Que la ruleta de las “coincidencias” está en constante movimiento y que no hay victorias ni mucho menos derrotas eternas.

Por un lado, es claro que la gente busca líderes disrruptivos, que pongan en jaque al sistema y el estatus quo, que se atrevan a proponer lo raro o descabellado. Soluciones radicales que suelen ser muy cuestionadas pero que en el fondo obtienen el aval de la población. Asimismo, es clara la dimensión nacionalista que representa este personaje. Su lema: “Hacer América grande otra vez”, refleja su clara intención de instaurar un proteccionismo a ultranza. De cerrar fronteras, de terminar con el libre mercado y volver a la competencia entre potencias de la aun persistente “guerra fría”.

Frente a ello ¿Qué le espera a México?

De entrada, nuestro país tendrá que lidiar con la política migratoria de este complejo mandatario, quien ha manifestado abiertamente que, además de cerrar la frontera para legales e ilegales, procederá a realizar la mayor deportación de migrantes en la historia, lo que deja a nuestro país en una posición complicada, pues seremos el país que recibiremos directamente el embate de dicha política. Hasta el momento el gobierno mexicano ha sido reservado sobre la manera como atenderá esta situación, pero los funcionarios han mencionado que están preparados; ojalá sea así.

Aunado a ello, está el aspecto comercial y económico. El nuevo dirigente de los Estados Unidos ha dicho que impondrá aranceles y que cerrará el T-MEC, situación que, por supuesto, pone en grave riesgo la economía de nuestro país y de toda la región. Hasta el momento no se ha comentado alguna estrategia al respecto. Esperemos que quienes tengan en sus manos esta responsabilidad estén listos ante un Trump que se ve decidido e imbatible.

Así, 4 años después de haber dejado el cargo, regresa Donald Trump, con más fuerza, más poder y más seguridad…un Trump recargado.

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