En estos días se discutirá y, muy probablemente se aprobará, una reforma constitucional en materia de vivienda. El objetivo es ampliar las facultades del Infonavit para impulsar programas de apoyo y que las y los trabajadores puedan hacerse de su casa propia.

Por ejemplo, uno de los puntos más llamativos, será un programa de autofinanciamiento vía arrendamiento, donde el derechohabiente podrá rentar un inmueble, con una renta no mayor al 30% de sus ingresos, para después de 10 años comprarla. Asimismo, la presidenta Claudia Sheinbaum anunció un programa muy ambicioso de construcción de un millón de viviendas; lo que representa un gran reto, pues de acuerdo al Registro Único de Vivienda, en los últimos cinco años sólo se crearon 760 mil viviendas de interés social.

Todas esas propuestas son positivas; sin embargo, los problemas de falta de vivienda en México son mayores y más complejos.

De entrada, tenemos un fuerte déficit en la producción de vivienda formal, pues de acuerdo con la Cámara Nacional de la Industria de la Construcción, hay un rezago de 10 millones de casas en todo el país. Aunado a ello, los asentamientos irregulares van en aumento, producto de que muchas familias mexicanas se ven en la necesidad de trabajar en la informalidad y emprender su propio negocio.

Más de 9 mil asentamientos se han presentado en varias partes de la república, sin garantía de seguridad, urbanización ni servicios básicos. Ahí los gobiernos de los tres niveles han sido omisos, pues han permitido la creación de estos espacios, muchas veces impulsados por oportunistas, que se van desarrollando a ojos públicos, sin ningún tipo de seguridad para quienes los habitan. El claro ejemplo es el tema de acceso al agua potable y al drenaje, que muchas ocasiones no está garantizado para las familias que ocupan esas colonias.

Eso nos lleva también a otro tema: la calidad de vida.

Porque la vivienda no es solamente construir casas, sino que éstas deben contar con servicios básicos de calidad, urbanización suficiente y accesibilidad. Las personas necesitan

trasladarse de forma rápida y eficiente a sus centros de trabajo, escuelas, negocios y demás áreas productivas. Por lo que a la par de crear viviendas, debemos también hacer ciudad, es decir, conformar el equipamiento y la infraestructura urbana suficiente para garantizar la conectividad y movilidad de las personas. La dinámica que hoy vivimos no nos permite vivir de forma aislada.

Asimismo, crear espacios suficientes y adecuados para garantizar espacios de recreación, hospitales, escuelas, centros comerciales, áreas de trabajo, entre otros, son tema prioritario en la construcción de las ciudades. Por tanto, podemos decir que el tema de la vivienda es multifactorial, porque en su conformación confluyen diversos aspectos que no pueden ni deben ser tomados a la ligera. De ahí que es indispensable que, en la creación de viviendas, concurran los sectores privado y social.

Aquí tienen un papel protagónico las financieras que van a propiciar los créditos, así como las cámaras y colegios de constructores que, con su experiencia y apoyo, pueden aportar experiencia y conocimiento en torno a la manera como se deben crear los fraccionamientos e, incluso, ser ellos quienes ejecuten los programas de construcción.

Por eso, es positivo que esta administración federal ponga el ojo en el problema y se están buscando estrategias para mitigarlo; no obstante, esperemos que en esta importante labor, a diferencia del sexenio anterior, se considere la participación todas y todos los sectores involucrados.

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