Hoy comienza la glosa del 6º informe de gobierno del presidente López Obrador. Como cada año, el 1 de septiembre, la secretaria de Gobernación presentó ante el Congreso de la Unión el sexto y último informe de gobierno del Presidente. El siguiente paso es que se lleve a cabo la glosa del mismo, es decir, la revisión, análisis y discusión de su contenido al interior del Congreso federal.
Ello porque, en esencia, la soberanía popular está representada en el parlamento y, es a través de este ejercicio, que se revisa el estado que guarda la administración pública federal. Si consideramos que, de acuerdo con el artículo 40 Constitucional, México tiene como forma de gobierno una república, este momento debería ser el de mayor importancia para la agenda nacional, pues se trata del diálogo abierto, directo y constructivo que debe existir entre ambos poderes. El objetivo de esto es priorizar la transparencia, la rendición de cuentas y el correcto funcionamiento del gobierno.
No obstante, el hiperpresidencialismo ha provocado que este ejercicio pase desapercibido y no se le dé la mayor importancia. La razón es que, independientemente de lo que se informe, no hay consecuencias ni mayores efectos. Es un diálogo vacío, donde los miembros del Congreso proponen y, al final, el Ejecutivo sólo dispone. Tan rota está la comunicación entre ambos poderes, que hace más de diez años que ningún presidente de la república pisa la sede de San Lázaro para presentar un informe de labores o comparecer a rendir cuentas, aun teniendo mayoría.
No obstante, es responsabilidad de nosotros, como ciudadanos, hacer la revisión del referido informe y forjarnos un juicio con sustento y fundamento. En términos generales, el sexto informe de gobierno se compone de tres grandes apartados: 1. Política y gobierno, 2. Política social y 3. Economía. Sobre el primer apartado, se incluyen temas referentes al combate a la corrupción, el estado de derecho, la democracia participativa, la política exterior de este gobierno, entre otros.
Destaca el tema de la seguridad, donde se precisa que se sentaron las bases para la pacificación del país, bajo la guía de una estrategia nacional de seguridad y un enfoque de atención a las causas que ha permitido reconstruir el tejido social, ¿será cierto? De ser así, ¿Cómo se explican las más de 190 mil víctimas por homicidios dolosos que han convertido a este sexenio en el más violento de los últimos 50 años?
En el segundo apartado, está el desglose de la política social de este gobierno a través de los programas sociales, sin que se especifique o precise, con estadísticas, los efectos reales de los mismos. En otras palabras, se trata de un desfile de números, sin parámetros de comparación, que permitan analizar si éstos son benéficos o no para la población. Y en el tercer apartado, referente a la economía, destaca un crecimiento del 0.3% del PIB, pero también un aumento del 4.7% de la inflación, lo que implica que en términos reales, México está viviendo una recesión y pérdida constante del poder adquisitivo.
De esta manera, el “informe” que presentó la presidencia de la república dista mucho de serlo. Se trata más bien de un documento con cifras sin sustento ni efectos. No hay indicadores de gestión con parámetros de medición ni mucho menos puntos de comparación. Se hacen citas genéricas incluso de años anteriores y postulados doctrinarios que distan mucho de ser un ejercicio crítico y racional de una gestión administrativa. Así cierra este gobierno, con más discurso que resultados.