Con los resultados de la elección del 2 de junio, muchas personas vaticinan el regreso del presidencialismo absoluto. Aquel que en su momento definió Vargas Llosa con precisión como una “dictadura perfecta” o Enrique Krauze como la “presidencia imperial”.

Y no es para menos, Morena con sus aliados, PT y PVEM, tendrá mayoría absoluta en el Congreso de la Unión, en ambas cámaras; quedando pendiente definir si alcanzan la mayoría calificada para expedir reformas constitucionales. Ahí tiene un fuerte peso la interpretación que de la ley hagan los tribunales, sobre todo en el tema de la sobrerrepresentación y la subrrepresentación.

Frente a la promesa clara de que van por el segundo piso de la transformación y la aprobación en cascada del paquete de reformas que mandó el presidente López Obrador, las reacciones no se hicieron esperar, empezando por los mercados bursátiles. Desde el día siguiente a que se conocieran los resultados, la bolsa mexicana de valores sufrió una caída de casi 5%, y el “super peso” perdió terreno frente al dólar, el cual no se ha estabilizado.

El nerviosismo fue tal, que tuvo que salir la presidenta electa a calmar “las aguas”, anunciando la continuidad del titular de las finanzas públicas.

Aunado a ello, debe considerarse el porcentaje real de legitimidad y representatividad de la nueva presidenta, pues aunque ganó con 60% la elección, en términos reales, sólo 30% de la población avaló su proyecto. Todo ello nos lleva a reflexionar sobre el alcance real del poder de la 4T.

Es cierto, con los resultados electorales se disiparán los contrapesos, comenzando por el último bastión de defensa de la Constitución, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a quien ya “le pusieron el ojo”. Así como a otras instituciones fundamentales como el INE o el Inai, que seguramente serán objeto de la aplanadora legislativa.

Sin embargo, aún existen otros contrapesos que si bien no pertenecen al sector público, sí ejercen influencia importante para la toma de decisiones. Me refiero a lo que en su momento definió Ferdinand Lassalle como los factores reales de poder, es decir, aquellos que inevitablemente ejercen presión en el mundo real, extralegal. El entorno internacional, el sistema financiero, los medios de comunicación, sindicatos, organizaciones no gubernamentales y, sobre todo, la sociedad civil organizada, serán contrapesos evidentes que impedirán un exceso de poder por quienes ejercerán las facultades del Estado.

Sin duda, la próxima Presidenta tendrá que tomar decisiones con mucho cuidado y medir con precisión los efectos de las reformas que impulse la 4T, pues de lo contrario se impondrá la realidad y se dará revés a la supuesta transformación.

Bien dicen que todo gran poder conlleva una gran responsabilidad, por lo que será deber de la ciudadanía vigilar que el mandato dado en las urnas sea ejercido de forma consciente y razonable. Sólo el tiempo lo dirá.

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