Uno de los temas principales que deberá ser atendido con urgencia por la nueva administración federal, será la relación bilateral con el país del norte: Estados Unidos.

Tanto por su posición geográfica, compartiendo más de 3 mil kilómetros de frontera, así como su codependencia económica y comercial, sin olvidar su colaboración en temas estratégicos de seguridad, ciencia y tecnología, hacen de esa relación tal vez la más importante para México. Mandatarios han cambiado en ambas naciones y, aunque siempre ha existido diplomacia, respeto y colaboración, la realidad es que ser vecino de uno de los países más poderosos del mundo, no es nada sencillo. Las presiones son muchas, y se ejercen en varias aristas, especialmente cuando no hay identidad ideológica.

La próxima designación de Juan Ramón de la Fuente como secretario de Relaciones Exteriores da cierta tranquilidad y seguridad en torno al tema, pues se trata de un catedrático de amplia experiencia que hizo un buen trabajo como representante de México ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Los expertos ven tres puntos centrales a revisar en la relación con nuestro vecino del norte y será importante conocer la postura que guardará el futuro canciller, así como la presidenta de nuestro país.

El primer punto será la postura de México frente a la política migratoria ¿seguiremos asumiendo la posición de tercer país seguro? ¿Se negociará esa continuidad con algún programa o apoyo a nuestros connacionales? La realidad es que la situación migratoria se ha complicado, pues el alto flujo de personas, principalmente de Centro y Sudamérica, sin que se cuente con las condiciones adecuadas para brindarles seguridad y recursos básicos para su resguardo y traslado, es el principal reto a enfrentar en este punto. ¿Hasta dónde llega la responsabilidad de México frente a la integridad de los migrantes? Es algo que aún falta por definir.

Otro tema importante será la cuestión de seguridad, enmarcada por la crisis de salud provocada por el fentanilo y sus efectos desastrosos en áreas completas de Filadelfia o Delaware. ¿Qué postura asumirá nuestro país frente a esa crisis? Y ¿Estados Unidos asumirá su responsabilidad frente al tráfico de armas o la exportación de narcóticos? ¿Habrá algún cambio de estrategia o política de seguridad entre ambos países? Son algunas de las preguntas que rondan este tópico.

El tercer punto es, sin duda, la sucesión presidencial en el país del norte, con la probable candidatura de Donald Trump y la renegociación del T-MEC en el 2026. La llegada del magnate a un segundo periodo presidencial, ¿pondría en riesgo las relaciones bilaterales de ambos países y la continuidad del libre comercio? ¿Estaremos dispuestos como país a “doblarnos” frente a sus presiones? Como en su momento lo comentó en un mitin.

Sin duda, la agenda con nuestro vecino del norte deberá ser un tema central y prioritario para la próxima presidenta de México. Agenda que se antoja compleja y llena de retos para los próximos seis años. Veremos.

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