El jueves de la semana pasada sucedió un hecho inédito, que marcó la historia de México. Por primera vez en 200 años, nuestro país será gobernado por una mujer.

Más allá de posturas partidistas o ideológicas, lo que no podemos soslayar es que la próxima presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, será protagonista de un hecho único que marcará un antes y un después en la historia de la nación. Por fin se declaró que una mujer ocupará la máxima magistratura política del país: la Presidencia de la República; un cargo que hasta hace poco era de dominio exclusivo de los hombres.

La ceremonia realizada en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, estuvo llena de simbolismo, pues además de que la próxima presidenta de México recibió su constancia de mayoría de la mano de la Magistrada presidenta de ese alto tribunal; se hizo un merecido homenaje a una de las principales impulsoras del voto femenino, doña Hermilda Galindo, cuyo nombre ahora permanecerá inscrito con letras doradas en ese recinto.

Sin duda, es un momento de júbilo y celebración para las mujeres. Hoy por fin empezamos a ver los primeros visos de cambio. Cargos que tradicionalmente eran asignados a hombres, ahora están siendo (con justa causa) ocupados por mujeres.

Quienes nos antecedieron sufrieron mucho por conseguir esto. Fue una lucha constante, mortífera, que costó vidas, sangre, sudor, lágrimas y muchos sacrificios. La demanda fue y ha sido principalmente que se visibilice a las mujeres, que se reconozcan sus derechos humanos y que se respete algo que la mayoría de las personas dan por hecho, pero que muchas veces no se cumple: la igualdad.

Desde la óptica que se vea y con las vicisitudes del proceso electoral, debemos aceptar y reconocer que se ha conseguido una meta que marcará un parteaguas para la vida política de nuestro país. Ahora, lo que sigue es trabajar muy arduamente.

Justamente, la Dra. Sheinbaum acaba de anunciar el nombramiento de la próxima titular de la Secretaría de la Mujer, Citlali Hernández, persona muy arraigada en la 4T; quien de la mano con la primera presidenta de México tendrán una gran responsabilidad, mayor a la de sus antecesores, para atender y detener la violencia de género en todas sus manifestaciones y expresiones. Pues no obstante que a nivel “macro” las mujeres están abriendo brecha y ganando espacios, la verdad es que, en el mundo real seguimos viendo y resintiendo el yugo de la desigualdad.

El machismo y la misoginia siguen presentes en nuestras comunidades. La falta de espacios y oportunidades para las mujeres, así como la brecha salarial, siguen haciendo mella en la vida de las mujeres profesionistas y trabajadoras. De igual manera, la violencia de género en todas sus manifestaciones sigue presente con ofensiva normalidad, especialmente la feminicida, que sigue cobrando vidas impunemente. En este contexto, el panorama es desafiante.

Por ello, si bien lo conseguido hasta ahora es reconocible, tenemos que seguir avanzando en la lucha por la igualdad sustantiva. Seguir cerrando la brecha y apuntalando los avances obtenidos. Es tiempo de dejar a un lado los pretextos y entender, de una vez por todas, que el Día Internacional de la Mujer; por ejemplo, no es una fecha de celebración, sino de reflexión. Pero sobre todo, debemos recordar la importancia de actuar e impulsar cambios reales y tangibles.

Ojalá así lo considere y lo aplique la próxima administración federal.

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