Según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en el 2008, la población de adultos mayores fue de 8 millones 800 mil personas y su tasa de crecimiento, entre los años 2005 y 2008 fue de 3.50%, en tanto que la población total del país creció a un ritmo de 0.88%. Una diferencia notable.
En nuestro país la población de ancianos, según cifras publicadas en los medios, un 27% se encuentra en situación de precariedad, en tanto que el 12% se encuentra en el abandono.
En la entidad existen asilos de ancianos, entre los que se encuentra la residencia Luz al Ocaso, una institución de asistencia privada, que se localiza en Santa Bárbara, municipio de Corregidora que atiene a 45 personas que oscilan entre los 76 y los 94 años de edad. El lugar cuenta con habitaciones y cabañas, así como personal especializado como médicos, nutriólogos, enfermeras, psicólogos y cuidadoras. Asilarse en este lugar cuesta de 10 a 15 mil pesos mensuales, cantidades muy lejanas a las posibilidades de muchos ancianos que cotidianamente viven recluidos en sus propios hogares.
Asilado en la residencia Luz al Ocaso, se encuentra Salvador Alcocer, poeta nacido en 1930 en la ciudad de México y quien ha vivido la mayor parte de su vida en la ciudad de Querétaro; Alcocer, al igual que Demóstenes, tartamudea al hablar, sin embargo se transfigura al momento de recitar sus poemas pues lo hace de manera fluida y serena, como corren las aguas mansas de los ríos en el estiaje.
El poeta es autor de El libro feo, Árbol de fuego, Papeles en la mesa, entre otros poemarios y, en enero de este año, recibió el Premio Emérito a la creación artística, del Instituto Queretano de la Cultura y las Artes.
¿Qué es para el poeta la vejez?: “A mí me decían mucho que los viejos son sabios, yo diría que los viejos son pendejos porque cada día pueden hacer menos cosas, no sé dónde esté la sabiduría. La vejez te hace pensar mucho en las metidas de patas que tuviste en tu vida, en los errores, en las oportunidades que dejaste pasar, sin embargo, lo hecho, hecho está, no hay vuelta atrás”.
Salvador Alcocer aprovecha el tiempo en Luz al Ocaso, entre sus lecturas actuales figuran cuentistas rusos y franceses como Dovstoyevsky y Maupassant. Actualmente tiene en preparación un libro, cuyo título es Un vaso de agua, una descripción de las cosas que parecen simples, llanas, sencillas, como el pan y la sal. Alcocer es un creador que se ha caracterizado por su poesía directa, combativa que retrata de manera cruda la realidad circundante. El también autor de Canario ciego es la viva imagen de sus poemas, puesto que la rebeldía es su aliada.
Son contadas las personas que lo visitan en el asilo, a veces recibe a Efraín Mendoza, Julio Figueroa, José Luis Sierra y Francisco Perusquía, entre otros, además de su hija.
De abril a la fecha, la cuidadora de Salvador Alcocer es Lourdes Hernández Santiago, quien nos ofrece un retrato actual del poeta: “Salvador ha cambiado mucho ya no es la misma persona de antes, ahora es más sensible, da las gracias, ya convive más con las personas. Ha cambiado mucho”.
En el frenético ritmo de vida de las sociedades modernas, los viejos son discriminados y abandonados. En cambio, para las comunidades indígenas, los viejos representan la sabiduría y siguen jugando un papel importante como educadores y portadores de los conocimientos de la colectividad. Los chinos tienen un refrán que dice “Cuando muere un anciano, es como si ardiera una biblioteca”.
Escritor