Interpretar correctamente las causas y efectos del denominado por Trump “día de la liberación” —en realidad, día de la aplicación de aranceles de represalia— resulta fundamental para la toma de decisiones. Hay quien se ha atrevido a afirmar que es un giro a la época iniciada en Bretton Woods (la conferencia de 1944 que dio paso al sistema financiero internacional de la post guerra) y esto es una falsedad que sólo desorienta. Algunos puntos a considerar:
El fenómeno de la globalización no sólo llevó a la economía mundial a su mayor crecimiento en la historia contemporánea, sino que derrumbó el sistema soviético en Rusia. Sus adalides fueron Ronald Reagan (del partido Republicano) y Margaret Thatcher, que iniciaron sus gobiernos en 1980 y 1979. Por poner un solo ejemplo, la globalización sacó de la pobreza extrema a mil millones de chinos entre 1990 y 2013.
Se acusa a la globalización de ser la causa de todos los males del mundo. En realidad, sin ella, muy difícilmente tendríamos la automatización y los avances tecnológicos que marcan la competencia y rivalidad que vivimos entre las potencias, porque el motor más grande del crecimiento actualmente son las tecnologías de la información y de la comunicación; gracias a ello, todos los países del planeta se han beneficiado. El mundo actual no se explicaría sin la digitalización o sin internet.
Los que pretenden revertir esto son los populismos, apadrinados por Rusia y por países tan fracasados como Cuba y Venezuela. Han tenido logros: el Brexit, la infiltración de movimientos de “derecha”, sobre todo en Europa (hay que ver la furia mostrada por la condena de Marine Le Pen) y, destacadamente, el regreso al poder de Donald Trump.
Irónicamente, otro republicano, en sentido contrario a los de los años 80, decide que el aliado confiable para muchísimos países ya no lo es; lo grave es que Trump está destruyendo alianzas consolidadas por décadas de los EU. No más amigos o enemigos, ahora pretende volver a hacer de Estados Unidos la economía líder, pero bajo un esquema proteccionista de imposición de aranceles, lo que no deja de ser un espejismo para los norteamericanos que pronto verán los resultados, entre otros una contracción, con inflación, desempleo y pérdida de competitividad.
Como nadie quiere ver afectada su economía, una legión de países están haciendo fila para tratar de alcanzar algún tipo de acuerdo favorable con Trump quien, soberbio, presume esto como un gran logro de su política y lanza otro engaño: los países habrán de pagar por el “privilegio” de entrar al mercado norteamericano.
Si el objetivo es ganar el liderazgo a China, no hay que perder de vista que los norteamericanos fueron quienes forjaron que sea la potencia económica, militar y tecnológica que hoy es; son los chinos quienes tienen la ventaja tecnológica, no Estados Unidos, y estas medidas juegan en su favor.
No hay que perder la cabeza. Esto durará lo que Trump y terminará con él; pero mientras, habrá que pagar el precio en términos de crisis, inflación, cierres y pérdida de miles de empleos a nivel mundial.
Maestro en Administración
Militar para la Seguridad y Defensa Nacionales