Después de la ruptura del gobierno norteamericano con la dirigencia de Ucrania, manifestada primero con la humillación al presidente Zelenski en su visita a Washington, y posteriormente con el retiro de la ayuda militar, de inteligencia y hasta la cobertura de internet, se configuran unos bloques a nivel mundial, con sus respectivos intereses geopolíticos.

Primero, Europa, que ha manifestado su intención de erigirse como un bloque para repeler la amenaza rusa (Bielorrusia es un país títere, Georgia está tratando de no serlo y con Ucrania se pretende sojuzgarla); la amenaza a la integridad de los países anteriormente miembros del Pacto de Varsovia y hoy incorporados a la OTAN representa el siguiente paso de Moscú. Ante ello y ante el abandono de Estados Unidos, Europa se apresta a manejarse de manera independiente, lo que no será rápido ni sencillo.

China ha respondido a los aranceles norteamericanos de manera contundente, hablando a las claras de enfrentar cualquier tipo de guerra que Washington desee plantear. Por otra parte, también ha manifestado su apoyo a Ucrania, a pesar de mantener una larga vinculación con Rusia en proyectos comunes.

Estados Unidos, con Trump, abandona por espejismos un liderazgo construido a lo largo de décadas: querer ser el hombre que puso fin a la guerra en Ucrania en forma rápida y un acuerdo leonino sobre explotación de tierras raras en Ucrania. Uno de los costos será abandonar a sus aliados europeos, dañar considerablemente el libre comercio con sus vecinos, mas el resentimiento causado por una imposible anexión de Canadá y de Groenlandia.

Internamente, ya se observan serias fisuras en el gobierno de Trump, no sólo ataques desde el Congreso, amenazas de recurrir a la Corte por algunos gobernadores, sino hasta fuertes fricciones entre el titular del Departamento de Estado y el magnate sin cartera Elon Musk.

Otra consecuencia es la confusión entre las fuerzas de derecha a nivel mundial. Cada vez es más difícil apoyar el declive del liderazgo norteamericano, hoy falazmente explicado bajo la pretendida adopción de la realpolitik en Washington: como Ucrania sola no tiene forma de ganarle una guerra a Rusia, el acercamiento con este último país es vital, a fin de enfrentar al verdadero enemigo actualmente, China.

Se olvida que fue Washington quien sacó de la edad media a China cuando el viaje de Kissinger en 1971, aún en vida de Mao. Con esto se pusieron las bases para la industrialización y el impresionante crecimiento económico, tecnológico y militar que ha tenido hasta hoy.

Por otra parte, la nueva política norteamericana deja impune la agresión militar rusa que pasó por encima de acuerdos firmados, una serie de crímenes de guerra como el asesinato de prisioneros, violación de mujeres, separación de familias, entre muchos.

Con todo esto, Rusia ha lanzado una nueva ofensiva en Ucrania de resultados muy dudosos. Un señor Vladimir está muy feliz pues cree que Donald le está resolviendo la vida, le alivia una economía al borde del colapso y le sostiene como segunda potencia militar.

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