El cierre de año siempre es propicio para evaluar los resultados alcanzados contra los objetivos establecidos, por supuesto que existe la práctica en algunas empresas de revisar avances en periodos más cortos en forma trimestral o cuatrimestral, con el propósito de hacer los ajustes necesarios y tomar las acciones oportunas y pertinentes.
Sin embargo, la culminación de un año más de vida relacionado al calendario gregoriano nos obliga a realizar un alto en el camino y ver en nuestro espejo retrovisor qué hicimos bien o mal o qué dejamos de hacer.
El propósito de una evaluación puede variar dependiendo del contexto, pero algunos objetivos incluyen:
1. Medir el progreso hacia objetivos específicos.
2. Identificar áreas de mejora.
3. Evaluar la efectividad de una estrategia o intervención.
4. Proporcionar información para la toma de decisiones.
5. Mejorar la calidad y eficiencia.
Muchos criterios se consideran en este ejercicio, datos financieros, económicos, de desarrollo de nuevos productos, servicios, emprendimientos, etc., indicadores que son frecuentemente evaluados para conocer el cumplimiento de los resultados esperados, todos ellos muy importantes desde luego.
También será necesario considerar en el ejercicio de la evaluación aspectos vitales en el comportamiento organizacional como es la actuación del factor humano que se refleja en la asiduidad, la antigüedad, la lealtad, la iniciativa, la colaboración, el mérito por superarse, elementos todos que forman parte de una actitud que se llama COMPROMISO.
Más allá de los incentivos económicos que la empresa otorga a los empleados, como son los bonos de productividad o prestaciones adicionales que se devengan a fin de año, debemos reconocer la disposición de los colaboradores por sumar sus esfuerzos individuales a las causas finales y objetivos globales, recordemos que la motivación es el sentirse apreciado, valorado y reconocido por todas las organizaciones, ya sean públicas, privadas, sociales, y familiares, ya que representa el camino más corto para fortalecer la identidad y sentido de pertenencia, un valor imprescindible para inducir una cultura organizacional exitosa.
Aprovechemos pues el momento para reconocer y valorar el esfuerzo y compromiso de nuestros colaboradores AGRADECIENDO su tiempo y su activa participación en la empresa, y sobre todo un agradecimiento a nuestro creador por darnos un año más de vida.
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