La incertidumbre económica que ha provocado el presidente de los Estados Unidos de Norte América, Donald Trump, en los mercados financieros y en la toma de decisiones empresariales, ha ocasionado un inpas en las inversiones productivas, sobre todo en aquellas vinculadas al comercio internacional.

La duda o falta de claridad sobre la aplicación de los aranceles nos tiene a todos en vilo, ya que este personaje es imprevisible. No tenemos la suficiente información para calcular la probabilidad de ocurrencia, por lo tanto, se suspenden las decisiones estratégicas hasta no tener claro lo que va a ocurrir, y por supuesto causa ansiedad y estrés en algunos directivos de empresas.

Analizar los riesgos asociados a la incertidumbre no es tarea fácil, por lo que se deberían desarrollar planes contingentes para diferentes escenarios. Sin embargo, debemos recordar que el empresario tiene el compromiso de mantener su planta productiva en un nivel de sostenibilidad, es decir asegurando la eficiencia y el aprovechamiento de los recursos disponibles.

Difícil es construir escenarios posibles ante los cambios de humor donde las decisiones se toman como revancha o por reacciones vicerales, sin analizar las consecuencias. Ante este entorno de volatilidad, el empresario se enfrenta a enormes desafíos que requieren de su resiliencia, creatividad y fortaleza para salir adelante. Ahora debemos agregar otro elemento: la visión compartida con un propósito común, la sostenibilidad del negocio con sus acreedores, proveedores, clientes, empleados y accionistas, con el fin y generar la confianza que estos vientos tendrán que regresar a la calma.

Tuve la oportunidad de asistir a la toma de protesta de Beatriz Hernandez Rojas, como Presidenta de Coparmex Querétaro donde comprobé con agrado su énfasis en trabajar por una cultura empresarial convergente por el bien común y la competitividad de los sectores y ramas de negocios.

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