Un principio clásico en la administración organizacional es mantener el equilibrio entre la delegación de autoridad, con la responsabilidad compartida, ya que el jefe no puede delegar toda la autoridad a su colaborador sin el paquete de las responsabilidades o funciones que debe hacerse cargo para desempeñar su trabajo resolviendo los problemas a los que se enfrenta.

¿Qué tanto debo delegar sin perder el control? Es la primera pregunta que el jefe se plantea, y es precisamente en este tema en que la mayoría de las empresas justifica una jerarquía administrativa tradicional, cuando en la actualidad existe ya una demanda de autonomía y gestión basada en el funcionamiento de equipos de trabajo independientes con facultades suficientes para analizar y resolver problemas.

Entonces nos enfrentamos a un cambio de paradigma en las organizaciones: la cultura organizacional basada en la gestión del talento empoderando a los colaboradores y equipos de trabajo en la responsabilidad-confianza mutua con el fin de inducir y crear una autonomía en el trabajo, facultando a estos en la toma de decisiones.

Por supuesto que este proceso es gradual en función a la madurez, capacidades y habilidades de los colaboradores; sin embargo, el desarrollo del talento se impulsa y se gestiona otorgando la libertad en la toma de decisiones, con estructuras flexibles y dotándolos desde luego con recursos suficientes para gestionar su trabajo.

Un tema muy importante antes de comenzar con el empoderamiento como estilo gerencial, es la necesidad de establecer con claridad el propósito y objetivos de la dirección o unidad administrativa, de forma tal que todos comprendan el qué y el para qué, y evitar de esta forma las interpretaciones subjetivas o en el peor de los casos, emprender iniciativas que no estén alineadas con los objetivos organizacionales.

Hemos señalado en otros artículos que hoy en día las organizaciones se validan a través de los equipos de trabajo, y que su dinámica y constitución es cambiante en función de la naturaleza de los problemas a resolver, debiendo habilitar de esta forma proyectos y equipos multifuncionales que respondan a las nuevas demandas del mercado.

Por lo anterior, podemos concluir que los estilos gerenciales en las empresas se convierten hoy en día en facilitadores de equipos de trabajo dejando a un lado los conceptos tradicionales de control y verificación, para dar paso al desarrollo de talento y crecimiento por medio del empoderamiento organizacional.

No son los individuos los que hacen las empresas exitosas, sino los equipos”, Candiman.

El buen líder motiva a las personas en su entorno laboral. El extraordinario líder, mas bien crea un entorno donde las personas se motivan a sí mismas”, David Fischman.


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