Ciertamente, la mayoría de los empresarios en nuestro estado se ha distinguido por su compromiso social, cumpliendo con su responsabilidad patronal, y ofreciendo, dentro de sus posibilidades, las mejores condiciones para que sus colaboradores se desarrollen en un ambiente de armonía y respeto, y con remuneraciones justas y competitivas acorde con las funciones de cada puesto.

Sin embargo, en esta época, en un entorno incierto, complejo y volátil, existen nuevos retos y desafíos que es necesario redescubrir para enfrentarlos. Por un lado, contamos con mercados locales específicos, pero también con mercados nacionales o de exportación cambiantes que deben ser atendidos con una visión innovadora para satisfacer oportunamente los nuevos requerimientos de los clientes, quienes demandan una respuesta ágil, en tiempo real y al menor costo posible para optimizar cadenas de suministro eficientes en la obtención de productos y servicios; por lo tanto, la automatización de procesos en las organizaciones es un imperativo inaplazable para garantizar su supervivencia. Esto implica acelerar el desarrollo de una cultura digital y de forma transversal y desde luego apoyada, en el talento y el compromiso de cada uno de los colaboradores.

Hoy más que nunca, el capital intelectual representa un activo muy importante para las organizaciones, por lo tanto, los empresarios están obligados a retener y a desarrollar el talento de sus asociados con la finalidad de garantizar una operación eficaz para tomar las mejores decisiones en la sustentabilidad de sus negocios.

Por otro lado, considero que las organizaciones deben establecer, junto con su código de ética: visión, misión y valores, un propósito claro que les permita enfocar sus capacidades y sortear todos los vaivenes del entorno, gestionando sus procesos y/o transacciones con un estilo de liderazgo empático, flexible, directivo y orientado a resultados financieros y económicos.

En este sentido, reconozco que existe una constante preocupación por definir una ruta crítica que permita evaluar los indicadores financieros, operativos y de satisfacción del cliente en tiempo real, impulsando los ingresos e incrementando la lealtad de los consumidores, pero también, reduciendo sus costos con el fin de obtener los flujos de efectivo requeridos que les permitan asegurar la rentabilidad de la operación y la recuperación de la inversión.

Hoy en día, los encargados de la toma de decisiones en las organizaciones están alineando sus recursos con su propósito y razón de ser, explicando así la naturaleza y los fines del negocio de tal manera, que todos los actores involucrados comprendan el impacto de su contribución en los resultados finales, respetando, por supuesto, la cultura organizacional deseada en sus valores y principios para distinguirse frente a su competencia.

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