Han transcurrido ya 365 días, desde que la banda presidencial le fue impuesta al licenciado Andrés Manuel López Obrador.
La genuina aspiración de millones de mexicanas y mexicanos para cambiar las políticas públicas depredadoras dictadas desde los organismos internacionales como el FMI y el BM encontró respuesta cuando el licenciado Obrador ocupó la máxima magistratura del país; hoy hay esperanza.
Para escribir esta entrega me di a la tarea de volver a escuchar el mensaje de cuando éste rindió protesta como jefe de Gobierno del Distrito Federal, el 5 de diciembre del año 2000.
“La esperanza implica forzosamente una visión de futuro, sin ella la acción transformadora, es imposible”, decía casi al principio de su mensaje. “La política necesita de ideas, sino sabemos de dónde venimos, difícilmente sabremos hacia dónde vamos… Nos inspiramos en lo mejor de nuestra historia nacional, en el ideal igualitario de José María Morelos y Pavón, en la sobriedad, la austeridad y la firmeza de los principios republicanos de Benito Juárez, en el apóstol de la democracia Francisco I. Madero y desde luego en la política popular y patriótica del mejor presidente de México del siglo XX, que fue el general Lázaro Cárdenas del Río… No nos mueve el pragmatismo y mucho menos la ambición del poder absoluto o del dinero, por eso defendemos un proyecto de nación distinto y contrapuesto al que se ha venido imponiendo, no aceptamos que el gobierno siga siendo un comité al servicio de una élite, no aceptamos la formula de privatización de ganancias y de socialización de pérdidas como sucedió con el Fobaproa, no aceptamos el truco de llamar populismo o paternalismo a lo poco que se destina a los pobres y calificar de fomento y de rescate a lo mucho que se entrega a los privilegiados, no aceptamos bajo ninguna modalidad, la privatización de la educación pública, de la seguridad social, del patrimonio cultural, de la industria eléctrica, ni del petróleo...”
“Gobernaremos desde todos los rincones, tengo la costumbre de trabajar con la gente, nos gusta caminar, escuchar y actuar apegados a los sentimientos del pueblo, gobernaremos desde abajo… no traicionaré la confianza que han depositado en mí, mis convicciones y principios es lo que considero más valioso en mi vida… convencido de que nadie podría gobernar sin el respaldo de la gente, me someteré a la revocación de mandato. El cambio democrático que se ha iniciado, no tiene retorno. Vamos a seguir luchando apasionadamente…”
Estas palabras fueron expresadas hace 19 años, parecería como si las ondas sonoras se reflejaran perfectamente, en un eco audible para abonar a la esperanza.
Quien las pronunció en ese entonces, cumplió su promesa de gobernar desde abajo, con la gente y para la gente, para enfrentar los retos que implicaba gobernar la ciudad más grande de nuestro país, iniciaba a trabajar desde mucho antes de que amaneciera, recorrió barrios y colonias para platicar con la gente y supervisar las acciones de gobierno en la ciudad. A partir del 1 de diciembre del año pasado hace lo mismo pero ahora, en el país entero.
La imagen de quien fuera el jefe de gobierno sólo ha cambiado a causa de la huella que el tiempo va dejando en su rostro y cabello, en lo demás es el mismo personaje, ese que habla lento transmitiendo ideas claras y contundentes, de pocas expresiones corporales pero de fácil sonrisa sincera.
Es congruente y en un mundo en donde la palabra y la acción difícilmente se llegan a encontrar, no hay acto más rebelde que ser congruente, hacer lo que se dice y decir lo que se piensa es imperdonable en una sociedad guiada por la superficialidad de las acciones, de ahí los ataques viscerales a los que es sometida su actuación pública.
Reconstruir la patria es el reto, la tarea no se ve fácil, pero millones nos hemos sumado en ella. ¡No está solo! ¡No estamos solos!
Presidenta Desarrollo Comunitario para la Transformación Social, A.C.