En el año de 1531 se fundó la ciudad, cuenta la historia que casi 90 años antes los otomíes y tarascos se habían asentado en el territorio que después tendría el nombre de Querétaro.

Quienes escribieron nuestra historia estuvieron en lo que ahora disfrutamos como la histórica ciudad de Querétaro desde antes de la llegada de los españoles y continúan hasta nuestros días, por lo que es imposible imaginarnos sin ellos. Sin que exista registro exacto del momento en que las danzas de nuestros antepasados formaron parte de la actividad comunitaria para festejar u ofrendar a los santos patronos o como preparativo ante alguna contienda armada, la danza de los concheros es parte ineludible de la historia que nos forma.

Del día 13 al 15 de septiembre de todos los años, nuestra bella ciudad se cubre de colores y sonidos rituales cuando miles de danzantes, integrantes de las 22 mesas de concheros que se concentran aquí, salen a las calles céntricas de Querétaro para recordar “la batalla de sangremal”, propios y extraños saben y disfrutan de la majestuosidad de sus danzas y atuendos.

En esta ocasión sin ser el emblemático mes de septiembre; el 10 de junio del presente año, al menos 80 representantes de mesas de concheros se dieron cita al pie del Acueducto Histórico de los Arcos; habían decidido salir a protestar contra una obra pública que de construirse dañará irremediablemente el histórico territorio de los barrios de San Francisquito y de La Cruz.

El sonido de tambores invadió una de las principales avenidas de nuestra ciudad, los colores también, cientos de concheros atuendados, como le llaman ellos, salieron a caminar sobre la Avenida Zaragoza rumbo a Plaza de Armas. Lo esplendoroso de los penachos realizados con plumas de colores de diferentes tamaños, los imponentes tambores y las delicadas cuerdas del instrumento musical elaborado con concha de armadillo o el sonido permanente de los cascabeles de semillas portados en los tobillos de todos ellos y el aroma de los sahumerios, dejaron el ambiente impregnado de colores, sonidos y aromas de rituales pero sobre todo, de orgullo por nuestro pasado.

La exigencia por que se detenga el proyecto de construcción del Eje Estructurante en la Avenida Zaragoza, fue evidente.

Bajo el argumento que se necesita para mejorar el transporte público y el tránsito de automotores por el centro de nuestra ciudad, el gobierno estatal y municipal pretenden imponer esta obra pública que nadie solicitó. Con ella se construiría un carril central confinado para que transiten por él los autobuses de transporte público, lo que obligará forzosamente a talar y/o maltratar cientos de árboles del lugar, por lo exigimos que no se ejecute.

Esta obra pública no responde a una necesidad real de los pobladores del lugar, ni fue pensada en beneficio de los habitantes de nuestro municipio, sino que es un proyecto integral de gentrificación en beneficio de grandes capitales.

Las danzas continuaron hasta llegar a Plaza de Armas frente a Palacio de Gobierno; al centro de dicha plaza se realizó un encuentro entre los representantes de las mesas asistentes.

La solemnidad del encuentro sólo podía ser acompañada de una gran conclusión: Defender aquello que le pertenece a nuestros hijos y nietos y que sólo nos fue prestado por nuestros padres y abuelos: el mundo que nos rodea y la historia que nos forma.

Quienes ocupan momentáneamente algún puesto de elección popular o algún puesto en la administración pública, nunca se imaginaron que los concheros se manifestarían por detener el ecocidio y la gentrificación de nuestro centro histórico.

La defensa del territorio, definido éste desde las tradiciones culturales, es algo que nunca atravesó por la mente de quienes creen que todo tiene precio y por lo tanto que todo se puede comprar y vender.

Señores: la dignidad no se vende, la dignidad no tiene precio.

#NiUnArbolMenos

#NoalEjeVialZaragoza

Presidenta Desarrollo Comunitario para la Transformación Social, A.C.

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