Conocí al señor Licenciado Don Juan Francisco Ealy Ortiz, Presidente Ejecutivo y del Consejo de Administración de EL UNIVERSAL, en el comedor ejecutivo de Televisa San Ángel.
El Licenciado Ealy era invitado de Don Emilio Azcárraga Milmo, quien generosamente también me convidó a mí. Comimos los tres.
Recuerdo el impacto que me provocó, primero por su elegancia y pulcritud, y luego por su gran inteligencia y conocimiento de nuestro país y su acontecer político.
Me impresionó mucho, aún estando acostumbrado al tremendo efecto que causaba Don Emilio con su sola presencia.
Lo encontré algunas veces después en eventos sociales y en algún viaje: fumando un cigarrillo afuera de un restaurante de la calle 57, en Nueva York; cenando en un restaurante del hotel Camino Real, con el entonces rector de la UNAM, Juan Ramón de la Fuente, acompañados de sus esposas, teniendo esa vez la gentileza de invitarnos una botella de champaña a mí y a mi esposa; en la boda de un amigo común, donde presencié su inmensa generosidad con un empleado que lo asistió y en entregas del Premio Nacional de Periodismo, en la calle de Filomeno Mata.
Varias veces lo vi yendo a casa, a la hora de la comida, sobre avenida Constituyentes, causando también admiración a quienes lo veían por el buen gusto para elegir sus autos y la necesaria protección con que se transportaba.
Cuando tuve la oportunidad de iniciar mi colaboración con El Gran Diario de México, me sentí doblemente halagado, porque lo hacía con un gran periodista, y en un periódico que ha dado grandes batallas editoriales y es, sin lugar a dudas, referente mundial.
El ejemplo más reciente de esto lo vimos cotidianamente en la pasada administración, cuando esta casa editorial soportó los embates del abusivo poder presidencial, sin aflojar el paso.
Por esto me dio mucho gusto el merecido reconocimiento que recibió el miércoles por sus 55 años al frente de Los Universales, ocasión que aprovechó para convocar a la unidad en favor de México.
Retomo de la extraordinaria crónica de Alberto Morales y Víctor Gamboa, una frase que debería atenderse de manera urgente: “En estos momentos, destacó el decano de los editores en activo, el país necesita sumar, no restar y menos dividir”.
Que así sea, admirado Juan Francisco.
¡Qué siga el éxito y lo celebres con salud!
Monitor republicano
“Durmiendo con el enemigo” debería llamarse el episodio que vive nuestra Presidenta.
La llamada “Supremacía Constitucional” es un dardo envenenado.
Detrás de la seductora iniciativa para evitar que cambios constitucionales no se puedan impugnar, está una trampa que convertiría al Legislativo en el verdadero mandamás de este país.
¿Quién le garantiza a la propia Presidenta que ese recurso no la afectará directamente en el futuro, que no la hará víctima de los “duros” de su Movimiento si sienten que se aleja de lo que ordenó YSQ, que la acoten, todavía más, y hasta que la destituyan y sea el Congreso el que nombre a un sustituto?
¿Le va a firmar un cheque en blanco a alguien como Adán Augusto?
Ya bastante tiene con todos los “etiquetados” que le dejó, incluido hasta su chofer, para que ella misma se ponga la soga en el cuello.