La deuda histórica de la justicia, especialmente en Querétaro en materia de feminicidios, es un tema que requiere una atención urgente; vivimos en un país donde los “homicidios dolosos” contra las mujeres son una tragedia cotidiana pero que ha sido menospreciada e invisibilizada constantemente al reclasificar o estudiar de forma diferente por no querer generar estadísticas negativas y, Querétaro no es la excepción. Aunque el estado ha sido considerado uno de los más seguros de México, las cifras y los casos recientes revelan una realidad que no puede ser ignorada.
El feminicidio no puede ni debe observarse solo como un acto de violencia extrema; es el reflejo de un sistema fracturado y deficiente que ha fallado en proteger a las mujeres y niñas. En Querétaro, como en muchas otras partes del país, las víctimas no solo enfrentan a sus agresores, sino también a un sistema judicial que a menudo las revictimiza, desde la falta de protocolos adecuados, la capacitación de las y los funcionarios en justicia con perspectiva de género, la discriminación, o incluso la insuficiencia de recursos para investigar y procesar estos crímenes, la justicia parece estar siempre un paso atrás. Esto sin mencionar el hecho de que muchas veces, por no querer sumar un dato más a la estadística de feminicidios, pareciera que las y los fiscales o funcionarias y funcionarios que se encuentran dentro de un procedimiento desean reclasificar un delito y hacen hasta lo imposible por ello.
Uno de los mayores retos al que la impartición de justicia se enfrenta, es la falta de perspectiva de género en las instituciones encargadas de impartir justicia. Aunque se han implementado capacitaciones y reformas, éstas no siempre se traducen en acciones concretas, por ejemplo, muchas denuncias de violencia de género no se investigan con la seriedad que merecen, lo que permite que los agresores actúen con impunidad, además, las familias de las víctimas suelen enfrentar un proceso largo y doloroso para obtener justicia, si es que la obtienen. No se trata de culpar únicamente, se trata de tomar cartas en el asunto, se trata de generar cada una de nosotras y nosotros un cambio en este “hábito” de no prestar la atención que requieren los temas más preocupantes para nuestra sociedad.
La sociedad queretana también tiene un papel crucial que desempeñar. La normalización de la violencia de género y los estereotipos machistas perpetúan un ciclo de desigualdad y abusos.