Esta será una columna muy especial y me atrevo a asegurar que no sólo para mí, sino también para aquellas personas que hemos perdido a seres queridos.
En un principio, estamos en una fecha en la que se honra a todos quienes han partido y que de muchas formas marcaron nuestras vidas. No importa si se trata de personas que se encuentran relacionadas con la política, los derechos, la historia, la lucha feminista, administración pública o iniciativa privada, incluso aquellas personas que no se interesan o no forman parte activa de la vida pública o la política. Básicamente, todas y todos tenemos a una persona a quién recordar y a quién le dedicamos palabras, pensamientos y hasta lágrimas.
Al respecto, hay una persona a quien probablemente se le dediquen muchos altares y de quien se hablará mucho estas fechas, quien ha partido a sus 94 años de edad dejando un legado histórico; estoy hablando nada menos que de la Doctora Ifigenia Martínez y Hernández, una extraordinaria mujer, pionera en la lucha por los derechos políticos de las mujeres y la madre de las izquierdas de México.
Estudió economía en la UNAM y posteriormente se convertiría en la primera mujer mexicana en obtener una Maestría en la prestigiosa Universidad de Harvard, para después convertirse en Doctora en economía en la misma academia. Cofundadora de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en 1950, catedrática de la UNAM y del Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos —organización de los principales Bancos de América Latina—, autora de diversas obras icónicas en materia de economía, luchó contra las acciones represoras del gobierno del presidente Gustavo Díaz Ordaz, y con una larga trayectoria en puestos de primer nivel al interior de la administración pública.
Cofundadora del Frente Democrático Nacional y primera senadora electa de la Ciudad de México, además de ayudar a fundar también al Partido de la Revolución Democrática (PRD), mismo que literalmente vivió hasta que la doctora Ifigenia quiso. Sin ella, no hay mas PRD.
Durante su larga trayectoria e incansable vida, la sufragista, la luchadora de los derechos de las mujeres se encargó de demostrar que el tiempo de mujeres no es ahora, ha sido siempre. Fue una mujer capaz de romper aquellas barreras ideológicas, morales, sociales y políticas que se le imponían, cumplió cada uno de sus sueños, metas y objetivos y, gracias a eso, hoy muchas mujeres y muchos hombres tienen oportunidades, crecimiento y futuro.
La historia que ella escribió y de la que fue parte ha sido tan generosa con ella que le dio la oportunidad de llegar al momento más sublime de una nación, el día en que la primera mujer Presidenta toma protesta, a quien ella misma, como la presidenta del Poder Legislativo y con la presencia de la Presidenta del Poder Judicial como testigo, le colocó la banda presidencial ante la mirada triunfal de millones de hombres y mujeres.
La doctora fue nombrada la “Mujer del Año” en 1966 y sesenta años después, se despidió como “La Mujer que marcó la historia”, arropada por todas las fuerzas políticas, todas las mujeres y hombres que le deben su presente, de todos los ideales y de todos aquellos que, sin pertenecer a la vida pública, le despiden con el más alto de los honores.