El Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, celebrado cada 11 de febrero, es una invitación a la reflexión sobre la participación de las mujeres en todas las áreas correspondientes y concordantes con la ciencia. Históricamente las mujeres nos hemos enfrentado con barreras significativas para ingresar y avanzar en dichos ámbitos, desde las limitantes excluyentes en las instituciones educativas hasta la falta de reconocimiento por nuestras contribuciones, el camino ha sido arduo y lleno de desafíos. Sin embargo, las mujeres hemos demostrado que a pesar de las circunstancias y las limitantes que culturalmente se nos imponen, enfrentamos el desafío y las normas sociales y culturales para dejar huella en la ciencia.

Uno de los principales obstáculos ha sido el “techo de cristal”, una metáfora que describe las barreras invisibles que nos impiden a las mujeres alcanzar posiciones de liderazgo y altos cargos en cualquiera de los campos. Estas barreras incluyen prejuicios de género, violencia, discriminación y la falta de apoyo institucional. Muy a pesar de las dificultades, mujeres que se han convertido en figuras icónicas, como Marie Curie quien literalmente dio su vida por la ciencia, Rosalind Franklin y Ada Lovelace, se han abierto camino y han sentado las bases, inspirando a generaciones de mujeres a seguir sus pasos.

En el contexto mexicano encontramos mujeres que son un referente internacional en el campo de la ciencia, como Eva Ramón Gallegos, María del Socorro Flores González, Julieta Fierro o Susana López, y Querétaro no es una excepción a estos aportes, pues contamos con grandes mujeres como Shareeth Belman, Paulina Alcántara y Valeria Sánchez, de quienes se encontrará una entrevista muy interesante en Tribuna Querétaro.

El contexto sociopolítico de nuestro estado ofrece oportunidades únicas para abordar estas barreras y fomentar la participación femenina en la ciencia.

Con su creciente sector industrial y tecnológico, el estado se ha convertido en un hub de innovación y desarrollo. Sin embargo, la representación femenina en estos campos aún es insuficiente. Para cambiar esta realidad, es esencial implementar políticas públicas y programas que promuevan la participación de las niñas y mujeres en la ciencia como la creación de becas y programas de mentoría específicos. En ese sentido, propuse la creación de una la Medalla de Honor Alejandra Jáidar Matalobos en la búsqueda de incentivar a las mujeres y a las niñas desde temprana edad, a estudiar, sobresalir y aportar sus conocimientos en el ámbito.

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