Hay una cuestión que me parece inefable al respecto del actuar de la oposición. En teoría se están quejando de algo que ellos mismos crearon, manipularon y disfrutaron durante años, moviendo y moldeando a placer con tal de enriquecerse y beneficiarse de las instituciones.

Es entendible que se sientan molestos, irritables, incapaces, infructuosos o cualquier calificativo que pase por su cabeza, pues actualmente están pasando por una situación en la que nunca se habían previsto.

Desde el nacimiento del Revolucionario Institucional la política de nuestro país se mantuvo sumisa a las decisiones de una sola persona, aquella que decidía quien iba a dirigir al instituto político, era la misma persona que decidía quien sería candidato a que puesto, quien “ponía” las posiciones en el Legislativo y el Judicial, es más, hubo una época en la que no existía un Instituto Electoral que diera imparcialidad y legalidad a los procedimientos electorales, en ese momento el mismo que encabezaba el Ejecutivo podía “contribuir” con las autoridades encargadas de la elección y con ello, con los ganadores.

Es perfectamente entendible que la progresividad de los derechos nos ha llevado a reformar las leyes, siempre buscando garantizar los derechos y la igualdad de oportunidades para todas y todos, sin embargo, pareciera que el día de hoy, a la oposición le duele que se hagan visibles las fallas, transas, mañas y corrupción que existen en muchos de las instituciones que ellos crearon.

La reforma que actualmente se encuentra en discusión en el Congreso de la Unión no es más que la acción a un reclamo de muchos años de todas y todos quienes han votado por nosotros. Lejos quedó el tema de que algunas personas ganan más que el presidente.

La oposición mantiene el discurso de vulnerar al Poder Judicial, pero lo único que se pretende es que más personas tengan acceso a oportunidades de crecimiento para quienes llevan muchos años dedicados a servir en la carrera judicial y que, por no ser parientes, amigos o muy cercanos al magistrado o juez, no logran llegar a ocupar posiciones más altas dentro de su ámbito laboral.

Estos días son cruciales para el pueblo de México pues no se pretende “destruir” al Poder Judicial, se pretende fortalecer la institución, dotarla de mecanismos equitativos e igualitarios, donde las oportunidades de crecimiento sean para quienes viven la justicia, para evitar que la corrupción siga carcomiendo las mentes y necesidades de quienes no sienten empatía o que simplemente, no buscan la justicia sino la riqueza.

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