En las próximas horas podría estar participando activamente la secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde, por liderar al Movimiento de Regeneración Nacional. Esto es una gran noticia pues es una imagen completamente nueva para la política nacional, sin mencionar que ha sido una de las mujeres que acompañó a nuestro Presidente desde el principio y, aunado a su gran capacidad y resultados probados, llevará una experiencia joven a la dirigencia del movimiento.
Si bien podría no ser muy bien recibido por la oposición, es un asunto con gran trascendencia en la vida política que Morena sea dirigido por una mujer; eso abona a diferentes cosas, por ejemplo, el hecho de que tendremos una Presidenta, una dirigenta en el movimiento, que espacios importantes como la CDMX son dirigidos por mujeres y un etcétera bastante largo. Pero una de las visiones más importantes es la evidencia de que los opositores, son incongruentes y “básicos”, cuando gritan y presumen su apoyo a las mujeres (o a cualquier sector de la población), pues mientras Morena sigue avanzando y garantizando derechos para las mujeres, el PRI se preocupa por una reelección y el PAN, por no desaparecer. Como el PRD. ¿Ya se fijaron que son únicamente hombres dirigentes? ¿Será coincidencia la debacle de sus institutos?
Atendiendo al cambio de liderazgo en nuestro instituto, a que hay renovación de Poderes Judicial y Ejecutivo, a que muchos congresos locales ya se visualizan con mayoría de Morena y a que más de la mitad de la República, está gobernada por el movimiento, y más aún, que todo esto es considerado como “agresivo”, “degradante”, “obstaculizante”, “inconstitucional” o hasta “humillante” para la oposición, es que hoy no tienen mas que dar patadas de ahogado, pretendiendo descalificar y proteger con uñas y dientes los pocos espacios que les quedan.
No lo digo desde una perspectiva de presunción ni falta de respeto, más bien por el hecho de que no se quieren dar cuenta que es el pueblo quien está harto de ellos. Es de considerar que son los ciudadanos quienes más observan como nos relacionamos y actuamos en los diferentes órganos de gobierno y son ellos quienes sufren por la corrupción; son ellos también los que deciden si quieren que sigamos (o no) en algunas posiciones u órganos de gobierno. Si se hacen las cosas bien, ellos serán quienes nos juzguen con mayor objetividad. Aunque a la oposición no le guste, ya se van.