En esta travesía llamada proceso electoral, ha llegado un momento crucial en toda campaña: la hora de la propuesta. Digo crucial porque es lo que más nos debería importar a los votantes, la agenda política de cada candidata o candidato.

Desde luego que la visión de futuro de las y los candidatos son importantes, pero es mucho más importante saber con qué acciones gubernamentales lograrán dicha visión que proponen. Hoy por hoy es fundamental conocer las propuestas de campaña, pues no todas son viables o fáciles de implementar, e incluso algunas, son sólo ocurrencias.

Y hablando de ocurrencias, en estos días han salido a la luz algunas propuestas de Xóchitl, algunas poco creativas y otras hasta predecibles. Vamos a analizar algunas de ellas.

Como pudimos imaginar, el tema de seguridad pública es uno de los pilares de la campaña de Gálvez, pues ha sido lo que más ha criticado la oposición. Su estrategia se centra en la confrontación directa con el crimen organizado, evocando la guerra contra el narcotráfico de administraciones pasadas. Si bien la necesidad de una solución efectiva es indiscutible, la historia nos ha mostrado que la militarización y la confrontación nos llevó a que la violencia se encrudeciera y a que las violaciones a derechos humanos fueran en aumento. La propuesta de una cárcel de máxima seguridad con tecnología avanzada para combatir la corrupción suena a acciones de gobiernos vecinos, pero no aborda las causas de raíz de la criminalidad en México y mucho menos presenta un plan de acción concreto para lograr el cometido.

En materia económica y social, Gálvez promete mantener los programas de bienestar existentes. Esto sí es una novedad, ya que desde antes, Xóchitl no era fiel creyente de las “ayudas de gobierno” e incluso era una dura crítica de que “papá gobierno” estuviera “tirando el dinero”. Lo que me parece más vil, es que independientemente de su promesa, los programas sociales ya se encuentran establecidos en la Constitución y sólo podrían eliminarse a través de un proceso legislativo, no simplemente por la voluntad de una persona. Lo que no debemos olvidar sobre esto es que cuando se dio aquella discusión legislativa de establecer los programas sociales en nuestra carta magna, la oposición (PRI, PAN y PRD) votó EN CONTRA.

Relacionado con los apoyos sociales, Gálvez propone la famosa tarjeta La Mexicana, lo que me hace tener un déjà vu con la Tarjeta Rosa o Salario Rosa, aquel programa social lleno de controversias impulsado por Alfredo del Mazo en el Estado de México. Pues bien, en este caso la propuesta es poco viable, ya que, según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), hay 42.6 millones de mujeres, entre 18 y 64 años, que viven en situación de vulnerabilidad. Esto significa que, al momento de ofrecer 5 mil pesos mensuales a todas estas mujeres, se estarían requiriendo un total de 2.5 billones de pesos al año, lo que representan casi 7.5 puntos del Producto Interno Bruto.

Aunque pudieran sonar bien ambas propuestas, debemos tener en cuenta que la candidata tiene como costumbre mentir en sus propuestas de campaña, pues cuando gobernó la alcaldía Miguel Hidalgo, no cumplió con algunos compromisos de campaña que hizo, tales como el Foro del Saber en la colonia Nextitla, o bien, decidió reducir el presupuesto de los programas sociales cuando había prometido que no lo haría.

No cabe duda que a la posición le falta creatividad y pensar bien sus propuestas antes de sacarlas a la luz. Quizá sea porque siguen pensando que la ciudadanía no se da cuenta o no analiza, pero hay que recordarles que este no es el México de ayer, aquel que no cuestionaba y daba todo por sentado.

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